Amanece en la ciudad dulce pasadas las 7:30, donde el sol empieza a asomarse, y en un lugar de trabajadores y obreros, el paisaje se repite cotidianamente a esa hora. Gente yendo a trabajar para comenzar la jornada diaria, y los primeros fríos obligan a la aparición de bufandas, gorros de lana y hasta algún exagerado con guantes. Pero a estos tiempos de pandemia se le sumó el barbijo como look habitual.
Todos ellos tiene una parada obligatoria, es que a "panza llena, corazón contento" dice el dicho. Es ahí, en el semáforo de Pontín y Moreno donde está Walter esperándolos para ofrecerles un pan casero que comenzó a amasar con su esposa a las 3 de la mañana, que luego se convertirá en el desayuno de varios en la ciudad.
Nacido en la ciudad de Rafaela, provincia de Santa Fe, Walter Luque emigro a nuestra ciudad debido a la falta de trabajo, trabajo que un principio tampoco encontraba en Arroyito. Pero si algo ha destacado a la ciudad de "los caramelos" es que siempre ha sido tierra de oportunidades, siempre le ha dado posibilidades y futuro a personas de otros lares.
Basta solo con repasar la historia para darse cuenta que nuestro pueblo ha sido forjada por inmigrantes y forasteros. Comentó Walter a Via Arroyito "no conseguía laburo y bueno se me ocurrió esto, ya lo hacía en el lugar donde yo vivía antes y dije por que no probar con lo mismo en Arroyito". Todos los días por la mañana y por la tarde donde la historia se repite, el paisaje urbano ya tiene incorporado a Walter y sus panes, el medio de vida con el que alimenta a su esposa y a su pequeño hijo.
Luque junto a su compañera tienen un proceso de elaboración del producto de más o menos tres hora y media entre la preparación, el amasado y el horneado. Apenas listo el "pan con chicha" se traslada al que ya es su lugar por excelencia "de lunes a sábados estoy acá nomás, no me muevo para otros lugares, estoy llueva o no llueva, feriados incluso, estoy siempre".
Luque reconoce la fidelidad de su clientela "a veces los sábados o los feriados por más que no trabajen, la gente se levanta y viene a comprar". Sus clientes son de rubros diversos en cuanto a la profesión "me compra gente que pasa para su trabajo, cuando hay clases los padres que llevan a sus hijos al colegio aprovechan y se llevan un pan para el desayuno, gracias a Dios se mueve la venta".
Por el aislamiento social preventivo y obligatorio Walter reconoce que un momento las ventas mermaron, pero en la actualidad la situación va cambiando "la cuarentena influyó, se me vino abajo un montón y ahora empezó de nuevo a levantar".
Luque de a poco se ha ganado el aprecio de clientes y vecinos del barrio, su lugar en Arroyito es Pontín y Moreno, una vez más nuestra ciudad y su gente dejan que claro que Arroyito es un lugar de oportunidades.