El suizo Martin Föhse nació hombre, pero durante su juventud no se sentía cómodo en ese género. Incluso en pareja con una estudiante llamada Anita, a sus 24 años sentía crecer su femineidad y por eso decidió terminar su relación y convertirse en Kathrin Föhse. Así vivió hasta sus 42 años.
Entonces cambió su cabello, su peinado y su rutina y avisó en su trabajo -un prestigioso estudio de abogados- que se tomaría dos semanas de vacaciones y que después de ese tiempo regresaría pero como mujer. Cuando volvió, tuvo que cambiar las placas con su nombre y actualizar el sitio de la compañía, pero su cambio de sexo en el ámbito laboral fue simple y natural.
En cambio, sí sintió la diferencia en la calle: comenzó a tener más miedo a que le robaran, cuidaba mejor sus cosas y debía prestar atención, por ejemplo, a no repetir atuendo para ir a la oficina o a algún evento. Además, por las hormonas que consumía para "feminizarse", notó que engordaba más fácilmente y tuvo que empezar a cuidar su dieta.
Si bien nadie la reconocía como un hombre y todos la veían como una mujer, Kathrin sentía que le faltaba algo y comenzó a pensar en la cirugía que la convertiría definitivamente en mujer.
Poco después conoció a Akane, una mujer con quien tuvo su primera cita y comenzó una relación "homosexual" con ella que duró ocho años.
Mientras tanto, Kathrin había cultivado una exitosa carrera en la Oficina de Energía: tuvo ascensos, promociones y participó de legislaciones revolucionarias para el sector nuclear. Era una eminencia sobre el tema. Comenzó a enseñar derecho en la Universidad de St. Gallen.
Pero las dudas nunca se fueron de su cabeza y en 2017 comenzó a inyectarse testosterona para volver a ser Martin Föhse.
"Se siente bien ser de nuevo Martin Föhse. Los últimos diez años han sido un momento muy gratificante y agradable para mí. Una gran experiencia que no quiero perder. Lo digo sabiendo que uno tiende a hacer las cosas más bellas en retrospectiva", dijo Martin al diario suizo en una entrevista.