Un día de Manu Ginóbili comienza bien temprano. Sobre todo en Buenos Aires, ciudad a la que no le conoce tan bien el ritmo: vivió 16 años en Estados Unidos, y su raíz es de Bahía Blanca, así que su paso es diferente.
Ginóbili anda en un vehículo normal, y cuando llega a una entrevista se dirige al personal de seguridad para saludarlo con un apretón de manos. Así es, un simple mortal, aun cuando la mirada externa lo considera un ícono, un ídolo inalcansable que durante 16 años cautivó a la NBA y ganó 4 anillos con los Spurs.
En la entrevista que le realizó el diario La Nación, "Manu" contó intimidades de sus nuevas actividades en San Antonio. Pasea en bicicleta con su esposa Meny, se alejó completamente del básquetbol y siente que en esta etapa de su vida prefiere escuchar a los demás que hablar de él.
Además, explica, necesita descansar. "Parece que todos me quieren conseguir trabajo, pero después de tantos años y tras el retiro, sólo quiero seguir con esta vida de no tener exigencias y no tener que responder a órdenes", le dijo a Julián Weich.
Cuando Manu apareció en escena en el teatro Maipo para la entrevista, el público se puso de pie para recibirlo y recibió una ovación. La reacción de Ginóbili fue agradecer el gesto y hacer un ademán con una gran sonrisa para que no continuaran con ese intento de aliento. No quería demostraciones de afecto desmedida y dio entender que, aún hoy, le dan vergüenza.
Durante la entrevista recorrió su carrera: los 4 títulos con los Spurs, la medalla de oro en Atenas, la famosa palomita ante Serbia, su relación con Gregg Popovich, el retiro, cómo cuidarse con el sueño, cómo cambió su alimentación. También contó intimidades, por ejemplo, cómo Pop utilizaba emojis para medir su intención de seguir jugando un año más, o cómo uno de sus hijos desconocía cuando era chico cuán famoso era su padre.
Tambén contó que sigue escuchando Los Piojos, que se pega cada tanto a Rolling Stones o U2 y que de la mano de los melli llegó a Imagine Dragons. Así concluyó un día especial, que volvió a terminar con ovación en el Maipo cuando se despidió.