La esperanza de encontrarlos con vida quedó atrás, pero la lucha ahora es para que no dejen de buscarlos. En los últimos días, algunos familiares de los los tripulantes del ARA San Juan enviaron mensajes dentro de botellas arrojadas al mar, cartas llenas de recuerdos y deseos, y fotos que intentan recrear momentos vividos antes de la tragedia para recordar a los submarinistas desaparecidos un año atrás en las aguas del Atlántico Sur.
Marcela Sánchez, esposa del suboficial primero Alberto Cipriano Sánchez, contó hoy a Télam en Mar del Plata que, días atrás, se embarcó junto a otros familiares en el crucero "Anamora" y, luego de zarpar desde el puerto local, navegaron mar adentro para lanzar, en aguas revueltas y brumosas, una botella con una carta para su marido, uno de los cuatro marplatenses que viajaban en el San Juan.
"Miramos el mar y nos preguntamos dónde estás. Queremos encontrarte y vamos a hacer todo lo que sea necesario hasta saber la verdad", escribió Sánchez en el mensaje para su esposo, con quien llevaba 25 años de casada.
Agregó que la semana pasada ella y los dos hijos del matrimonio, Juani y Julián, viajaron a Ushuahia para un homenaje en el que participaron otros familiares de los submarinistas, y aprovecharon la ocasión para buscar el patio de la galería desde la que el "Cipri" Sánchez les había enviado una de sus últimas fotos antes de embarcarse en el que sería el viaje final del buque.
"Hacer fotografías preciosas era uno de sus hobbies. Pero me quedaron pocas fotos, porque él se había llevado la computadora a bordo. Por eso fuimos y con los chicos nos sacamos la misma foto que él, en el mismo lugar. Para sentir que estamos juntos de algún modo", recordó.
Marcela Moyano fue otra de las esposas que se embarcó para dejar un mensaje en una botella a su marido, Hernán Rodríguez, jefe de máquinas del San Juan, con el que comenzó una relación por Facebook allá por 2012, mientras él estaba destacado en una misión en la estación de la Armada ubicada en la isla Laurie de las Islas Orcadas del Sur.
"A un año de su desaparición, sigo sin saber de él. Sólo pido saber dónde está, porque a veces siento que estoy como el primer día que me llamaron para que fuera a la Base Naval", dijo Moyano, que reza cada día a San Expedito para pedirle alguna pista sobre el hombre del que se enamoró luego de que le enviara una solicitud de amistad desde la base antártica.
Marta Vallejos, hermana del suboficial segundo Celso Oscar Vallejos, sonarista del submarino, contó que la fórmula preferida para tener presente a su hermano es escribirle cartas y mirar las fotos que guarda de él.
"Miro sus fotos y todavía no caigo. Cuando se lo nombra, trato de recordarlo siempre alegre como era él. Recuerdo las charlas que teníamos, las anécdotas sobre las travesuras que hacíamos juntos", recordó.
Una de las fotos que más observa, agregó, es la del último cumpleaños de Celso, el número 38: "La tengo en un portarretratos: la torta es un submarino".
"Le escribo cartas todo el tiempo, y en estos días, más: me las guardo en mi agenda y es como si habláramos, más allá de lo físico. Le cuento mis cosas, mis sueños, mi tristeza por momentos", relató Vallejos, y aseguró que sigue en contacto con muchos de los amigos que compartían con él, incluidos aquellos con los que despuntaba su pasión por el arbitraje en partidos del fútbol local, al igual que otros cuatro submarinistas.
Casado con Paola, y padre de Sofía, Guadalupe y Thiago, Celso era un pisciano "inteligente, divertido y familiero", según Marta, y "una figura difícil de olvidar" para ella, para sus padres y para su otra hermana, Malvina".
Isabel Polo, hermana de Alejandro Polo, cabo primero del submarino, lo recordó como alguien "familiero y muy pendiente de sus hijas" Mía y Renata, y de su esposa Verónica.
"Nosotros somos de Jujuy, y una de sus pasiones eran las fiestas patronales que compartía cada vez que tenía vacaciones. Por eso me gusta recordarlo pensando en el baile y en la música de allá", dijo.
Polo contó que no resolvió aún si va a poner mañana un crespón negro en señal de luto en sus redes sociales, porque es "consciente de la sensibilidad del tema para muchos otros familiares".
Y contó que todavía le cuesta abordar el tema con su hija mayor, Morena, ahijada de Alejandro, que el año pasado le había contado a él que quería seguir la carrera de submarinista, después de haber visitado por dentro el submarino que desde hace un año permanece desaparecido en el fondo del mar.