El desgaste profesional es un tipo especial de estrés: un estado de agotamiento físico, emocional o mental, combinado con dudas acerca de tu competencia y el valor de tu trabajo.
Así lo afirma un artículo de la Clínica Mayo de Estados Unidos. Los especialistas sugieren preguntarse lo siguiente si se piensa que podría estar experimentando desgaste profesional:
¿Te volviste cínico o crítico en el trabajo?
¿Te cuesta trabajo ir a la oficina y al llegar no es fácil empezar?
¿Estás irritable con los compañeros o con los clientes?
¿Te falta la energía para ser productivo?
¿Ya no te dan satisfacción tus logros?
¿Te desiluciona tu trabajo?
¿Comés de más, tomás alcohol o te drogás para sentirte mejor o simplemente para no sentir?
¿Han cambiado tus hábitos de sueño o tus comidas?
¿Te duele la cabeza o la espalda sin motivos, o cualquier otra dolencia física?
Si contestaste que sí a cualquiera de estas preguntas, puedes tratarse de desgaste profesional y lo mejor es consultar con tu médico o profesional de la salud mental. Algunos de estos síntomas también pueden apuntar hacia otras enfermedades, como trastornos de tiroides o depresión.
Los factores pueden ser diversos, como por ejemplo: Falta de control. Incapacidad de influir en las decisiones que afectan tu trabajo, como el horario, las tareas o la carga laboral.
Expectativas laborales inciertas. No está clara la autoridad que tienes o lo que tu supervisor o los demás esperan de ti.
Dinámica disfuncional en el lugar de trabajo. Te sientes desautorizado por tus compañeros o tu jefe controla excesivamente la manera en que haces tu trabajo.
Incompatibilidad de valores. Si tus valores son distintos a los que tu jefe aplica para trabajar o resolver cualquier queja, esa incompatibilidad podría hacerse difícil de manejar.
Tu trabajo y tiene poco que ver contigo. Si tu trabajo no encaja con tus intereses o habilidades, puede volverse cada vez más estresante con el tiempo.
Extremos en la actividad. Cuando un trabajo es monótono o caótico, siempre necesitás energía para mantenerte enfocado y eso puede llevar al cansancio y al desgaste profesional.
Falta de apoyo social. Si te sientes aislado en el trabajo y en tu vida personal, puedes sentirte más estresado.
Desequilibrio entre la vida laboral y la personal. Cuando el trabajo te exige tanto tiempo y esfuerzo que ya no te queda energía para pasar tiempo con tu familia y amigos, puedes desgastarte rápidamente.
¿Quién corre el riesgo de sufrir desgaste profesional?
Es más probable que experimentes desgaste profesional si: Te identificás tanto con tu trabajo que te falta un equilibrio entre tu vida laboral y personal.
Tratás de complacer a todo el mundo.
Trabajás en una profesión que implica ayudar a los demás, como en atención de la salud o educación.
Te sentís con poco o ningún control sobre tu trabajo.
Tu trabajo es monótono.
¿Cuáles son las consecuencias del desgaste profesional?
El desgaste profesional que se ignora o no se afronta puede tener grandes consecuencias, tales como: Estrés excesivo, cansancio, insomnio, un efecto negativo en las relaciones personales y en la vida doméstica, depresión, ansiedad, alcoholismo o drogadicción, enfermedades del corazón, colesterol alto, diabetes de tipo 2, especialmente en las mujeres, accidente cerebrovascular, obesidad, vulnerabilidad a las enfermedades. Si creés estar experimentando el desgaste profesional, no ignores los síntomas. Consulta con tu médico o profesional de la salud mental para identificar o descartar cualquier otro problema de salud no diagnosticado.
¿Cuál es la mejor manera de tratar el desgaste profesional?
Controlá los factores de estrés que contribuyen al desgaste profesional. Una vez que identifiques qué causa tus sentimientos de desgaste profesional, se puede elaborar un plan para afrontar esos problemas.
Evaluá las opciones. Habla con tu jefe sobre tus inquietudes concretas. Quizás puedan trabajar juntos para cambiar las expectativas o alcanzar compromisos o soluciones.
Adaptá tu actitud. Vuelve a descubrir la parte amena del trabajo. Tomá pausas cortas a lo largo del día. Pasá tiempo fuera del trabajo haciendo aquellas cosas con las que disfrutás.
Busca apoyo. No importa si es el de tus compañeros, amigos, familiares u otras personas. Si hay acceso a un programa de asistencia para empleados, aprovechá los servicios disponibles.
Medí tus intereses, habilidades y pasiones. Una evaluación honesta puede ayudar a decidir si deberías considerar otro trabajo, tal vez uno menos exigente o que se adapte mejor a tus intereses y valores.
Haz ejercicio. La actividad física regular, como caminar o ir en bicicleta, puede ayudarte a lidiar mejor con el estrés. Puede también ayudarte a desconectar del trabajo y a enfocarte en otras cosas.
Duerme bien. El sueño restaura el bienestar y te ayuda a proteger la salud. Intenta dormir por lo menos de 7 u 8 horas cada noche.