El doctor griego Georgios Papanicolaou ideó y creó los principios de este análisis y publicó su primer artículo sobre la citología del aparato reproductor en 1928. En ese año, la comunidad médica pasó por alto sus descubrimientos, pero eventualmente, y luego de que el American Journal of Obstetrics and Gynecology señalara la importancia de la técnica en el diagnóstico precoz de cáncer de cuello de útero, se empezó a considerar la posibilidad de hacerla una práctica regular.
A fines de la década del 40, la comunidad médica pudo observar que el número de muertes en mujeres con cáncer de cuello uterino decaía y eso selló la efectividad del pap. La prueba consiste en recolectar células del cuello uterino con el objetivo de detectar tempranamente el cáncer cervicouterino, dolencia que afecta a cientos de miles de mujeres mundialmente y está entre los primeros tipos de cáncer que padecen.
Los profesionales de la salud recomiendan que el Pap forme parte del control ginecológico anual desde el inicio de la vida sexual, o a partir de los 20 años como método ideal para promover el diagnóstico y así aumentar de manera significativa la posibilidad de obtener un pronóstico favorable.