La muerte de un buzo cuando realizaba una misión de abastecimiento aumentó la presión sobre los equipos que intentan rescatar a los 12 menores y al entrenador de 25 años que llevan 13 días atrapados en una cueva del norte de Tailandia.
El deceso, anunciado este viernes por las autoridades en conferencia de prensa, ha puesto de relieve la difícil operación a la que se enfrentan los equipos de salvamento dentro de la laberíntica y parcialmente inundada cavidad.
La víctima, un antiguo miembro de los cuerpos de élite de la Marina identificado como Saman Kunan -de 38 años-, falleció en la noche de este jueves al quedarse sin oxígeno mientras estaba sumergido y tras completar con éxito una misión de suministro hasta la cueva.
"La muerte de este experto buceador sirve para mostrar la dificultad de las tareas de rescate. A pesar del deceso no vamos a parar de trabajar para sacar al grupo", declaró Passkorn Boonyaluck, vicegobernador de la provincia de Chiang Rai.
En cada viaje a la gruta, los buzos tienen que atravesar unos 1,7 kilómetros de estrechos pasadizos entre visibilidad nula y corrientes de agua, un camino que toma, ida y vuelta, unas 11 horas.
Las autoridades barajan dos opciones para la salida de los niños: bucear a través de los pasadizos inundados o encontrar un hueco en la montaña por donde sacarlos con la ayuda de un helicóptero.