Jorge Castilo, el "Rey" de La Salada, está detenido en la Alcaldía Departamental N° 3 de La Plata desde el 21 de junio del año pasado. La Justicia lo procesó por liderar un grupo armado que alquilaba miles de puestos ilegales, amenazaba a feriantes, robaba mercadería, impedía el paso de colectivos para potenciar el negocio de las combis truchas y se enfrentaba con otros grupos en una guerra que dejó cinco muertos en un año.
Entrevistado por Clarín, Castillo asegura que no está detenido sino secuestrado: "Detención es cuando hacés algo. Se vencieron los plazos de la preventiva y el juez de Garantías la confirmó tres días después. Todo eso demuestra la intencionalidad de dejarme secuestrado. Yo no cometí ningún delito. Me lo fabricaron".
"El Rey de la Salada" también está acusado de intentar matar a uno de los policías que allanó su lujosa mansión de Luján. Sin embargo, él sostiene que es "un secuestrado político" y responsabiliza al ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Cristian Ritondo.
"Me metieron preso para quedarse con el negocio. Hubo conversaciones sobre ese tema con Matías Ranzini, un hombre que se presentó como secretario privado de Ritondo. Nos reunimos en un restorán, poco después de que ellos ganaran. Me dijo que su idea era quedarse con Urkupiña y Ocean (las dos ferias que componen La Salada junto a Punta Mogote) y con los puestos de la calle. Necesitaban que los manejara yo. Les contesté que no robaba para mí y que menos lo iba a hacer para otros", confesó a Clarín.
El "Rey de la Salada" asegura que la cárcel no lo frena. Dice que tiene dos proyectos:un paseo de compras en un predio de 62 hectáreas en Mendoza y otro en Santiago del Estero. Allí además planea construir un barrio privado, un polo textil y un paseo frutihortícola. Y agrega irónico: "Le tengo que agradecer a Ritondo, gracias a la cárcel bajé 40 kilos, con una dieta en base asemillas de lino, chía, quinoa y sésamo. Es mucho más competente que Cormillot".
La explosión de La Salada como mercado popular dio lugar a un nuevo negocio: los puestos en la calle. Los investigadores aseguran que Castillo comandaba una banda que amenazaba a los feriantes y disputaba el territorio con otros grupos, en una guerra que dejó al menos cinco muertos.