La Cámara de Diputados fue este miércoles la caja de resonancia de la política argentina, no solamente porque se debatió el impuesto a la riqueza, tras siete meses de demora, sino porque, en el medio de una sesión interminable, pasaron cosas.
“Si alguien tiene 200 millones [de pesos] y pasa a tener 196 [millones de pesos], seguro que no le va a cambiar la vida”, dijo temprano Carlos Heller, del Frente de Todos (FDT), autor del proyecto. “Vamos a votar en contra, aunque perdamos votos, porque cuando este modelo inexorablemente fracase queremos que el país tenga una alternativa que no sea la de exprimir la naranja del sector privado, ahogando la inversión y el empleo”, dijo después Luciano Laspina, de Juntos por el Cambio (JPC).
Con esas posturas irreconciliables se desarrolló la discusión del denominado Aporte Solidario y Extraordinario, mediante el cual el oficialismo pretende que el Estado nacional recaude 307 mil millones de pesos cobrándoles por única vez una tasa a las personas más adineradas del país.
Sin un margen holgado de votos, sino más bien ajustado, la iniciativa igualmente ya tiene desde la semana pasada un final cantado: la media sanción en Diputados y, en las próximas semanas, ya en el Senado, ser ley.
Con los discursos de cierre del jefe del interbloque JPC, el radical cordobés Mario Negri, y del presidente de la bancada oficialista y coautor del proyecto, Máximo Kirchner, la votación estaba prevista para las primeras horas del jueves, al cabo de unas 13 horas de sesión y algunas curiosidades.
Qué pasó
La primera de ellas es que a la sesión la presidió la mayor parte del tiempo un macrista, Álvaro González, vicepresidente primero de la Cámara Baja e integrante de JPC, que se opuso tajantemente al proyecto.
González estuvo al frente porque el presidente del cuerpo, Sergio Massa, había sido aislado preventivamente por un caso cercano de Covid-19. Pero después retomó la conducción tras confirmarse un tercer hisopado negativo que lo dejaba fuera de riesgo de haberse contagiado.
El regreso de Massa pretendió ser triunfal: el canal oficial de la Cámara, Diputados TV, y el canal de noticias A24 transmitieron en vivo cuando Massa se bajaba de un vehículo y caminó el trayecto desde la calle hacia el interior del Palacio del Congreso. Un show.
“Esperemos que, si Sergio Massa se hace presente en la sesión, no haya ningún caso Covid [positivo], porque lo vamos a hacer responsable a él. Es el primero en no querer las sesiones presenciales”, espetó al conocer la noticia la diputada Mónica Frade, de la Coalición Cívica-ARI.
A las 21, para el prime time de la televisión, Massa apareció por fin en el recinto y tomó las riendas de la sesión, que, de todas maneras, como cualquier otra, podía quedar a cargo de González nuevamente, en todo momento, o de los otros vicepresidentes y presidentes de comisiones, en la línea sucesoria.
Aborto, peronismo, Presupuesto
En verdad, otros asuntos de relevancia política opacaron el regreso de Massa.
La primera de ellas, por supuesto, es que en la mitad de la tarde se conoció que el Gobierno mandaba por fin el proyecto de legalización del aborto.
Además, minutos antes de las siete de la tarde, Alberto Fernández, apareció por pantallas gigantes en la plaza del Congreso, adonde la militancia peronista se congregó —aunque tibiamente, debido a la pandemia— para festejar su día de la lealtad, en alusión al regreso del exilio de Juan Domingo Perón, hace 48 años.
En ese marco, el presidente de la Nación dijo que la militancia les reclamaba a los diputados “una Argentina más solidaria”, después de cuatro años de “un enorme endeudamiento y enorme fuga de capitales” y sostuvo que no se discutía “un aporte a las grandes fortunas, si no si los que más tienen pueden ser, en la emergencia, solidarios con el resto de los argentinos”.
“Ese es el verdadero debate. No es otro. Lo ha dicho el Papa, permanentemente lo digo yo: aquí nadie se salva solo”, remató Fernández.
Varias horas antes había pasado otra cosa: justo en la previa del debate del denominado Aporte Solidario, los diputados le habían dado al ministro de Economía, Martín Guzmán, una excelente noticia: convirtieron en ley el Presupuesto 2021, el primero del gobierno de Fernández, por 139 votos afirmativos, 20 negativos y 83 abstenciones (la mayoría, de JPC).
El funcionario había tenido que esperar unos días porque el Senado le tuvo que devolver el texto a Diputados, la semana pasada, porque insólitamente no se habían incorporado una treintena de planillas de obras públicas.
Precisamente, Guzmán y otros funcionarios de la primera línea del Gabinete presidencial fueron de manera presencial al Congreso a seguir el debate del impuesto a la riqueza, para mostrar un contundente respaldo político del Gobierno al proyecto de Kirchner.
Entre ellos, los ministros de Desarrollo Social y Productivo, Daniel Arroyo y Matías Kulfas; la jefa del PAMI, Luana Volnovich, y la de la Anses, Fernanda Raverta, e intendentes kirchneristas.
Qué dijeron los diputados
“Aporte como eufemismo de impuesto. Ni héroes ni villanos: se está transformando a los empresarios que quedan en sobrevivientes de los absurdo y lo grotesco de las políticas públicas, impregnadas de un ideologismo que sólo augura mayores males a los argentinos”, dijo el diputado radical por Misiones Luis Pastori, una de las voces cantantes del camiebismo en materia económica, junto con Laspina.
A su turno, otro referente económico de la Cámara, pero del FDT, el peronista entrerriano Marcelo Casaretto, afirmó que el impuesto “no descapitaliza a las empresas y no afecta las inversiones” y subrayó que “el Estado necesita financiamiento” y “reforzar la posibilidad recaudatoria”.
El radical sanluiseño Alejandro Cacace resaltó que “no se puede hablar de impuestos directos sin coparticipar a las provincias”. “Si esto que se busca recaudar es para financiar la pandemia, son hoy las provincias las que realizan el mayor gasto en el pago de los salarios de los médicos, de los profesionales, técnicos de la salud, enfermeros y mantenimiento de hospitales. Sin embargo, están decidiendo con este impuesto una asignación específica de la que ni un peso va dirigida a los gobiernos provinciales y municipales”, planteó.
El oficialismo conseguiría los votos con el apoyo de varios diputados opositores no cambiemistas, aunque algunos de ellos manifestaron su rechazo. Por ejemplo, Alma Sapag, del monobloque Movimiento Popular Neuquino, que casi siempre vota con el FDT, y Graciela Camaño, de Consenso Federal, quien dijo que “el Aporte Solidario presenta algunos inconvenientes jurídicos y técnicos, que permiten sembrar dudas sobre su constitucionalidad, independientemente de su nombre fraternal”.
La izquierda, por su parte, anunció que se abstendría de votar, lo que le valió una catarata de críticas por no apoyar un impuesto justamente destinado a los ricos. “Hemos estado 72 furiosas horas contestando ataques de todo tipo”, dijo Romina Del Plá y señaló que “este proyecto ha salido del cajón cuando crece el descontento popular por el ajuste del Gobierno”.
Por la corresponsalía de Buenos Aires.