Doce personas quedaron bajo prisión preventiva en los últimos días tras el resonante operativo para desbaratar una red de juego clandestino denunciada en el norte santafesino. Entre los sospechosos que aún no fueron hallados se encuentra Marcelo Toscanelli, un exjugador de Rosario Central al que atribuyen maniobras para invertir el dinero ilegal de la organización.
Según fuentes del Ministerio Público de la Acusación (MPA), la asociación ilícita era comandada por Fabricio Eduardo Ciamporcero, quien se entregó la tarde del último miércoles, horas después del inicio de 40 allanamientos simultáneos en diferentes puntos de la provincia. Al empresario de 45 años lo imputaron por explotación, administración y organización de sistema de captación de juegos de azar sin autorización.
La investigación que comenzó en diciembre permitió detectar que tomaban apuestas ilegales en un bar de Vera, tanto a través de medios electrónicos como telefónicos. Para ello había "cajeros" designados, quienes les cobraban en efectivo a los clientes y se encargaban de que ese dinero figurara como crédito en la cuenta que les creaban en la plataforma Aconcagua Poker para utilizarlo a través de una aplicación.
Dos de los recaudadores identificados pertenecen a la Policía, mientras que otros funcionarios de la fuerza también están bajo la mira como facilitadores de este negocio delictivo. Por debajo de este nivel había personas encargadas de crear usuarios y contraseñas, habilitando así a quienes querían meterse en el circuito clandestino.
Los fiscales Gustavo Latorre y Nicolás Maglier presentaron la evidencia recolectada hasta el momento en sendas audiencias realizadas respectivamente en Reconquista y Vera. Este lunes se definirá la situación procesal de cuatro imputados más como miembros de la asociación ilícita. Para dar cuenta de la magnitud de la misma, al cabo del operativo de esta semana se secuestraron 160 mil dólares y 7 millones de pesos en los domicilios allanados.
De acuerdo a la hipótesis del MPA, Rosario era la sede del segundo eslabón de la cadena delictiva por debajo de la cima. Allí allanaron las oficinas del estudio contable de Toscanelli en un edificio de Puerto Norte, aunque la Policía no lo encontró al ingresar. La conexión con el norte se basaba en facturar, controlar el movimiento de dinero y la recaudación final, así como las cuestiones administrativas.
Latorre apuntó que los jefes de la organización se dedicaban a "la compra y venta de caballos de carreras, inmuebles, embarcaciones, vehículos de alta gama y demás bienes suntuarios". Sobre este punto, manifestó que la plata provenía del juego clandestino y, si estaba declarada, "no estaba suficientemente justificada su procedencia".