Esta historia demuestra que todo se puede lograr con pasión, perseverancia y amor: una niña nació sin piernas ni brazos, pero eso no le quitaría las ganas de soñar. Ella admiraba a su padre deportista y también quería ganar una medalla, así que él la cargó en una mochila para bebés y corrieron la maratón juntos.
Sebastián Inalaf y Marina Suárez viven en San Antonio Oeste y son los padres de Luz Milagros, una niña de 8 años que fue diagnosticada con meromelia transversa, una extraña enfermedad por la cual no tiene sus cuatro extremidades. Ellos siempre supieron que querían darle la mejor vida que pudieran y enseñarle sobre valores.
Sebastián se dedicaba al canotaje, era su pasión y ganaba muchas medallas. Luz Milagros también quería ser parte de ese mundo, así que su padre tuvo una idea: anotarse a una maratón juntos, donde él la llevaría a upa en una mochila para bebés.
Padre e hija juntos en una maratón en Río Negro
Luego, los llamaron para presentarse a una “trail running” en el Cerro de La Caballada, en Patagones, que consiste en una carrera, pero se hace en un entorno natural, es decir sobre montañas y cerros. “Fui a correr solo para ver la pista porque había que saltar una tranquera, bajar un cañadon y tenía que pensar en resguardar la salud de mi hija”, explicó Sebastián.
Una vez aceptado el desafío, se comprometió a ponerse en forma para correr la maratón junto a hija. “Es muy competitiva, ella va haciendo la carrera, planifica todo, obedezco a ella. Dos o tres días a la semana salgo con ella. Antes del Trail entrené con una mochila llena de arena para salir a entrenar, porque va a la escuela y además la tengo que cuidar del frío”.
Así fue como se convirtieron en los primeros en correr una trail running a upa a nivel mundial. “Fue maravilloso. Ella me guiaba, fue mi GPS todo el camino mientras charlábamos. Disfruté el paisaje de otra manera y terminarla fue emocionante”, exclamó el padre.
Además, explicó que correr la carrera con ella a upa le trajo algunos dolores ya que aún no tiene suficiente técnica: “Al otro día no me podía ni mover del dolor de cintura. Claro, cargué los 25 kilos que pesa Mili y fue lo que me la hizo más difícil. Por eso tengo que tener un entrenamiento, pero pienso en la felicidad que tenía mi hija y no existe el dolor”.