En las bucólicas sierras de San Javier, alguna vez se soñó con construir una Ciudad Universitaria que albergara a miles de estudiantes, docentes y no docentes. Sin embargo, el proyecto quedó en el olvido, dando paso a mitos y especulaciones sobre su destino, y el uso de los fondos destinados, en un principio, al ambicioso plan. El ingeniero Juan Carlos Valoy, testigo clave de esta historia, analiza, junto al periodista Germán Valdez, los desafíos técnicos, ambientales y legales que frenaron la obra, desmitificando rumores de corrupción y explicando las verdaderas razones detrás del fracaso del proyecto.
-¿Qué pasa con el edificio de la Universidad, que desde hace muchos años está en San Javier? Ese edificio inmenso...
-”Ese edificio no es un problema. Cuando nosotros estudiamos esto, buscamos una variante para las 338, dijimos ‘bueno, vamos a ver, podría ser una sucesión’. El funicular es un ascensor inclinado: lleva un cable, lleva vagones, y es muy eficiente en algunos países. Pero dimos cuenta que estaba afectado por los mismos problemas. 800 metros la traza del funicular se mete en una falla, y encontramos los rieles retorcidos y las vías fuera de fuera de eje. Entonces estamos en la misma cuestión. Después subimos, y vimos un edificio que estaba levemente basculado”.
-Estamos hablando del edificio grande de la Universidad, que está en San Javier ¿Tiene problemas para usted?
-”Claro, tiene un asentamiento diferencial, que está basculado hacia el sur, pero se lo puede arreglar. Ese es el daño más leve”.
-Pero, semejante edificio, y usted me dice que se puede arreglar y usar...
-”No, pero el asentamiento no es tan grande”.
-Viene un inversor extranjero y dice ‘yo voy a poner la plata ahí para mejorar ese edificio’. La universidad incluso quiere hacer un estudio...
-”Bueno, en realidad, ese estudio se hizo; estructuralmente el edificio está bien, o sea, su estructura de hormigón armado no se ha resentido, pero está basculado. Y eso se puede arreglar. ¿Cómo se puede arreglar? Sencillamente, se pueden poner pilotines de lado asentado, puede poner inyecciones de cemento”.
-Pero eso costaría millones.
-”No me centraré tanto en el edificio, sino el hecho de que, si hubiésemos hecho una ciudad universitaria, la completa, imagínese. Tenía proyectados 42 edificios como el que usted ve, para una universidad de 15,000 alumnos y a futuro 30,000. Y los que proyectaron fueron grandes arquitectos”.
-Usted dice que como proyecto eso no se puede hacer hoy.
-”No se puede hacer eso por tres razones: la primera de ellas es porque es técnicamente inviable, viviríamos poniendo parches y siendo la conservación más cara que el precio de construcción. Hay caminos que nosotros tenemos un índice de vulnerabilidad. A esos caminos nosotros le pasamos la regla, y decimos si ese camino va a ser vulnerable, mejor no lo hagamos porque va gastar más en conservación. La segunda es quizás la más grave ambientalmente. Imagínese usted 30,000 personas, tipo una ciudad como Lules, arriba de ahí, con servicios de cloaca luz. Y abajo están los principales acuíferos de los cuales se provee Yerba Buena. Contaminamos tremendamente, porque esta roca es muy, muy permeable, porque está triturada. Entonces, ambientalmente tenemos un problema, técnicamente tenemos un problema. Pero la tercera cuestión es la que pone el punto final: la Universidad Nacional de Tucumán declaró la Sierra de San Javier reserva biológica. Por eso digo que, cuando nosotros quisimos hacer un camino al norte de la falla del funicular, de Vialidad nos dijeron ‘no van a hacer de una picada’”.
-Ese fue (Eugenio) Virla (ex rector de la UNT)...
-”Si, Virla dijo, esto es una reserva biológica y el ecosistema no va a ser alterado por ninguna obra, incluida las de la Universidad. Estaba diciendo que no iba a existir la posibilidad”.
-¿Cuándo fue eso?
-”Eso fue cuando nosotros tuvimos una entrevista con Virla, a la que fue el ingeniero (Sergio) Scopel (director de Vialidad Provincial), en el año 1986. Entonces, sin proponérselo, Virla le puso un telón final a la ciudad universitaria, que desde el ‘56 no recibía fondos. (Horacio) Descole (rector de la UNT), hizo un trato con (Juan Domingo) Perón para que le mande dinero. Por supuesto, no estando Perón, no le mandaban dinero. Pero YMAD decía ‘bueno saquen los fondos de YMAD’. YMAD no mandó plata porque la mina de Farallón Negro es una mina que se sostenía a si misma, una mina pequeña. Recién hubo plata cuando vino Minera Alumbrera. Y de esa plata, la mitad del 40% tenía que hacerse apelación Universitaria, que ya no existía. ¿Por qué ya no existía? Porque del funicular no había ni los rieles, los gigantescos rollos de cable que había desaparecieron, y no había ninguna inversión, y lo único que había es la residencia universitaria de abajo, que es donde la universidad puso ahí para mantenerla, y creó la Escuela de Agricultura, incluso. Pero arriba no iban a hacer absolutamente nada. Y una última reflexión, que es que, aparte, legalmente no se puede hacer ninguna construcción, porque la propia reglamentación del sistema de la Sierra de San Javier dice que no se puede hacer. Están desalojando gente, así que no podía haberse hecho. Ojalá tuviésemos plata. Lo que en definitiva estoy planteando, por qué se habló de que hay una ciudad entera que se robó, y eso no es cierto, es una deformación tremenda de la verdad: los fondos fueron puestos en la Universidad real. Ahora, cómo se manejaron, lo tiene la justicia. Lo que defiendo es la institución; soy hijo de la Universidad gratuita, y por lo tanto tengo obligación moral de defender la institución. Mi intención no fue hacer ninguna nota, digamos, picante, nada por el estilo sino hacer una crónica. La justicia está investigando si los fondos que se pusieron en universidad fueron bien administrados, y si no hubo un ilícito económico, pero está investigando. No había ninguna posibilidad de hacer ningún tipo a la ciudad”.