Emilio Isidro Oro es un sanjuanino de 57 años que encontró una particular forma de ganar su sustento: utiliza maderas o muebles que la gente descarta para darle vida a nuevos mobiliarios. Para ellos recorre los barrios de los departamentos de Rawson y Pocito, pidiéndoles a los vecinos materia prima para sus creaciones.
En su juventud probó suerte en el sur argentino y le fue bien haciendo lo que le gusta: la carpintería artesanal, según detalló a Diario de Cuyo. Trabajó durante años en una importante empresa en El Calafate pero serios problemas de salud truncaron su ascendente carrera laboral: "Casi me rompí el corazón. Sufrí un desgarro interno y externo en el pecho, muy cercano al corazón, y estuve mal, casi no la cuento. Encima estaba lejos de la familia y los afectos son fundamentales en tiempos así", aseguró.
Entonces se trasladó junto a su mujer a Chubut, donde pese a capacitarse en diversos oficios no pude hacer pie. Oro se trasladó luego a Buenos Aires donde trabajó en una empresa de seguridad en Pilar durante un par de años, pero tras vivir en primera persona dos graves hechos de inseguridad decidió retornar a su terruño: "Volví a mis raíces pero no fue como lo hubiese imaginado. En todos lados me decían que tenía que tener el secundario completo y el otro problema era mi edad; lamentablemente estamos fuera del sistema", lamentó.
Una vez instalado nuevamente en la casa de sus padres, la necesidad y la creatividad lo impulsaron a encontrar esta nueva manera de sobrevivir. "No me arrepiento, heredé esta pasión de mi padre que era artesano de la madera, me quedó ese don. Es algo muy lindo que te saca de todo lo que estamos viviendo hoy, no te permite pensar en lo malo sino en lo que uno está haciendo y mucho más si uno le pone amor a lo que hace", expresó.
Oro recorre día a día los barrios aledaños a su residencia, pidiendo maderas o muebles viejos que le sirven de materia prima para las creaciones que vende en la puerta de su casa. Allí se pueden apreciar desde adornos en madera hasta sillas y juegos de dormitorio. "Me apasiona trabajar con muebles antiguos. Si bien por ahí tengo que pintar, lo hago sin problemas, con tal de tener un plato de comida en la mesa uno tiene que hacer lo que sea", aseveró.
Los ingresos que le deja la venta de muebles le alcanza para vivir en una precaria vivienda. Todo lo hace a pulmón: ni siquiera cuenta con algunas herramientas básicas del oficio, como una amoladora o una caladora. "Sería una gran ventaja tenerlas pero con lo que gano, no alcanza", afirmó el hombre que se inscribió para el IFE con el fin de adquirir esas herramientas, pero le fue denegado. Asegura que se cansó de pedir ayuda del Gobierno para comprar maquinaria pero nunca tuvo suerte Mientras tanto, continúa vendiendo los muebles que construye y recorriendo las calles en busca de esas maderas que le permitan seguir ganando el sustento diario.
Los interesados en ayudar a Emilio pueden hacerlo contactándolo al teléfono 2645068414 o dirigiéndose a su casa, ubicada en calle San Roque entre Calle 5 y Félix Aguilar, en Rawson.