Son 1.000 los empleados del sector gastronómico que han quedado sin trabajo producto de la crisis económica provocada por la pandemia. La cifra la dio a conocer la Asociación Hotelera y Gastronómica de San Juan e incluye a trabajadores registrados e informales. El grupo etario más afectado es el de los jóvenes de menos de 25 años. Bares, restaurantes y cafés estuvieron 85 días cerrados al público pero luego pudieron operar a domicilio pero los catering de eventos se quedaron sin posibilidades y tuvieron que reinventarse obligatoriamente para sobrevivir el cimbronazo económico.
Desde marzo hasta el 5 de junio los bares, restós y cafés estuvieron atendiendo solo a domicilio o retiro por el local. Las ventas por delivery representan apenas el 10% de la facturación mensual de este tipo de comercios. Si bien en junio pudieron abrir con restricciones, poco a poco el consumo comenzó a incrementarse. Pero con el brote de coronavirus del pasado 19 de agosto, que obligó a las autoridades a iniciar una cuarentena estricta hasta el 5 de septiembre, las aperturas volvieron atrás.
En el camino cerraron clásicos negocios de San Juan, como es el caso de Baró, Amapola, Puerto Madero, Sandwich y los cafés La Pausa y Freud. El departamento más afectado por los cierres es Capital ya que dentro de las cuatro avenidas son más caros los alquileres, por lo que mantener los costos fijos se transforma en una misión imposible. A esto se le suma la decisión de negocios más chicos de achicar sus plantas de personal porque no llegan con los costos.
Los que peor la pasan son los empleados despedidos que no estaban registrados, esos que se desempeñaban algunos días de la semana y que podían costear sus estudios con su trabajo part-time. Es que se quedaron sin la posibilidad de recibir ATP del Gobierno Nacional. Algunos cobran el IFE, pero los menos porque son jóvenes de menos de 25 años, solteros, en cuyos grupos familiares hay otros miembros que reciben esta ayuda estatal.
Todo indica que el 5 de septiembre abrirán. Con menos mesas adentro pero con la esperanza del verano. Es que el protocolo presentado a las autoridades tiene una propuesta: ocupar la calle con mesas al aire libre.