Lunes 12 de noviembre de 2018. Aquel fue el día en el que Yuliana Neira recibió un disparo que le perforó un pulmón, le dañó el hígado y estómago, y le ocasionó una grave lesión en la médula. Si bien en un principio su entonces pareja declaró en la policía que la joven había sido víctima de un motochorro, luego se descubrió que en realidad había sido él quien le había disparado en medio de una discusión en una vivienda de la localidad de Rawson. Pasaron 16 meses, varias operaciones y una larga recuperación para que la víctima, ahora en silla de ruedas, hable por primera vez ante la prensa.
Se trata de uno los casos más conmocionó a la provincia de San Juan. La joven ingresó malherida al Hospital Guillermo Rawson y durante varias semanas permaneció en grave estado. La médula era su mayor complicación, pues había pocas probabilidades de que volviera a caminar. Su familia realizó decenas de marchas para pedir justicia y cadenas de oración a través de las redes sociales por su recuperación.
"Cuando recuperó la consciencia ya estaba hospitalizada. Me desperté en el hospital y dije 'qué hago acá'. Luego recordé todo. Mi hermano me dijo que me quedara tranquila porque ya estaba detenido. Sentí un alivio enorme, estaba aterrada y pensaba que en cualquier momento entraría a la habitación a verme", relató al diario Tiempo de San Juan y siguió: "No puedo desearle el mal a alguien y al mismo tiempo desearme el bien a mí misma. Solo espero que se haga justicia".
El agresor, identificado como Samuel Isaac Abdala, se encuentra detenido en el Servicio Penitenciario de Chimbas. Este es el hombre que la acompañó al nosocomio y fingió un asalto para evitar ir tras las rejas, ya que en sede policial señaló que habían sido asaltados cuando caminaban por Villa Krause. Esta coartada se cayó a los pocos días y el acusado terminó confesando todo.
"Salimos un tiempo y después fuimos novios. La verdad es que nunca fui consciente que me dominaba, que ejercía violencia psicológica. Nunca me golpeó pero sí tenía un control muy grande sobre mí. Me iba a buscar a todos lados, a la facultad, al trabajo. No me dejaba sola y me celaba por todo. Con el tiempo se volvió más intenso y ya era imposible ", contó. Y agregó: “Mi familia no sabía nada y yo solo me animé a contarle a una amiga que estábamos mal, que me quería separar. Eso fue dos días antes de que pasara lo que pasó”.
Yuliana afortunadamente es una más y no una menos. La joven se salvó milagrosamente pero aquel brutal ataque le ocasionó una parálisis en sus piernas. No puede caminar e ingerir cualquier alimento. Tampoco poder ir sola al baño, por lo que tiene que usar pañales y su independencia está limitada. "Sueño con volver a caminar. Quiero ser la misma, ir al gimnasio, estar con mis amigos, ser independiente", cerró.