La crisis económica creada por la pandemia obligó a muchas personas a buscar nuevas opciones para generar ingresos, puesto que la necesidad es muy grande y las ayudas del Estado no siempre son suficientes. Esto se refleja especialmente en los comerciantes, que incluso al volver a trabajar tienen grandes limitaciones y restricciones en su funcionamiento.
La situación nacida en el centro de la ciudad de Salta es el resultado de esto, con una competencia insostenible entre los comercios que están establecidos legalmente, y los vendedores ambulantes o manteros que se instalan en las calles.
Para empezar, las ferias pulgas están abiertas de forma legal, pero reclaman que hay vendedores asentados en sus propias veredas con los mismos productos a un precio más barato, por estar fuera de toda regla o control. Este caso puede verse, por ejemplo, en Urquiza e Ituzaingó donde vendedores ilegalmente instalan sus sillas en las calles compitiendo contra negocios que luchan por subsistir.
Por otra parte, en las peatonales se ve una situación distinta: siendo que a las 20 deben cerrar sus puertas, aparecen decenas de manteros en ese horario a lo largo de Alberdi y Florida para aprovechar la falta de competencia y la gran cantidad de gente que sigue rondando por el horario.
El problema es claro, pero la solución más difícil, puesto que los compradores claramente buscarán los precios más baratos y los vendedores ambulantes insisten en que necesitan rebuscarse para sobrevivir. Esto significa que los comerciantes ven una baja en sus ventas por la competencia ilegal pero, especialmente, por la falta de control de las autoridades en el centro.