Después de días de gran angustia, tras el deceso de su esposo, Ignacio Ballesteros, la viuda del polista cordobés que estaba bajo su cuidado en Rosario habló con la prensa y dijo ser víctima de una persecución judicial por parte de los padres del hombre que estaba cuadripléjico desde 2010, cuando cayó de un caballo.
Gisela La Mensa fue clara en relación a lo que piensa de su familia política. "Buscan demostrar que estaba abandonado y así declararme indigna para perder el derecho de herencia", indicó en declaraciones al diario La Capital.
Acompañada de su abogado, Froilán Ravena, la mujer habló de una "obsesión por destruirme" por parte de sus suegros. El papá de Ignacio, en los últimos días dijo que su plan era ampliar su denuncia radicada en 2017 por abandono de persona, ya que dudaba del tratamiento que se le estaba brindando a su hijo. Según la versión de los progenitores del ex polista, el 22 de junio habían logrado que se desplazara a La Menza de la curatela, pero el muchacho murió al día siguiente. El deceso fue determinado por la Fiscalía como muerte dudosa.
"Todos estos años estuve al lado de Nacho, las 24 horas, buscando gente idónea que lo atienda. Siempre lo acompañé, con enfermeras dedicadas un cien por ciento y lo hice con el convencimiento del amor que sentía por él", insistió la mujer.
Gisela fue imputada en libertad de los delitos de estafa, defraudación por entrega de recibo falso y falsificación de instrumento privado. Dicha acusación también corrió para 12 profesionales entre kinesiólogos, enfermeros y terapistas ocupacionales que facturaron a la prepaga Osde servicios que no fueron prestados, según la acusación del fiscal y la familia política de Ballesteros.
"Tengo demostrado que las prestaciones eran por reintegro y Osde me depositaba en una cuenta y con eso se pagaba a los profesionales", manifestó Gisela y arremetió: "Los padres están en todo momento detrás de la herencia, por eso me quieren declarar indigna".