Preocupación en la Sociedad Rural de Rafaela por la sequía extrema

Sin lluvias próximas, el impacto de tres años de sequía tendrán sus consecuencias más notorias en este 2023 .

Preocupación en la Sociedad Rural de Rafaela por la sequía extrema
Sequia prolongada

La lluvia del primer día del año sólo sirvió para renovar las esperanzas de los productores de nuestra región. Unos ocho milímetros que sólo regaron superficialmente a suelos volvieron a exhibir la necesidad de humedad para que los cultivos intenten crecer o para arriesgar en siembras de segunda para el camino de un año por delante que será complicado al extremo.

A modo de repaso de lo que sucede en la región de influencia de la Sociedad Rural de Rafaela, Leonardo Alassia, integrante del Consejo Económico de la entidad, presenta el panorama que vive como productor, pero también teniendo en cuenta la situación del centro-oeste provincial.

“El año pasado las lluvias no llegaron al 50 por ciento de los registros históricos. Por ende, viene todo complicado y fue a partir de abril que todo empezó a empeorar. Hay que recordar que en la zona la primera helada fue el 30 de marzo. Hacía muchos años que no pasaba eso”.

“Ya a partir de ahí las estimaciones para la campaña fina se fueron recortando y se terminó sembrando apenas 50 por ciento del trigo. Lo que pasó es que en noviembre lo que se cosechó fue poco, porque muchos lotes no se levantaron y se cosecharon entre 30 y 40 por ciento de los trigos”.

El repaso que hace Alassia incluye a los maíces de segunda, que aunque más flexibles y con mejores resultados el año anterior, dieron lugar a una mayor siembra de girasol en la zona, desde el inicio de septiembre. Sin lluvias, tienen un potencial de rinde muy bajo que en pocas semanas se van a comenzar a cosechar.

“En cuanto a los maíces de primera el fracaso fue rotundo”, explicó el productor sobre un cultivo que no llegó ni a crecer en muchos de los lotes, a diferencia de la campaña anterior.

Sobre las pasturas para la ganadería, la alfalfa nueva, sembrada en el comienzo del otoño, “no están dando el potencial que deberían, aunque las alfalfas más viejas se aguantan un poco más la situación”.

Alassia remarca que “estamos viviendo una coyuntura muy fuerte, en la que la sequía es agobiante. A pesar que nos dicen que la ´Niña´ se termina en febrero, hay que vivirla, tenemos que pasarla. Como productores y dirigentes estamos avizorando que el invierno va a ser dura, tanto en agricultura, como en ganadería”.

Después del fracaso en la campaña fina, el fallido inicio de la gruesa con muy pocas lluvias en noviembre y heladas, prácticamente sin lluvias en diciembre, el verano comienza complicado.

“Este es el tercer año de sequía. En 2020 no se notó la sequía porque veníamos con una humedad en el perfil, impresionante. En 2021 ya ese perfil empezó a evaporar y las napas a caer, ya en este 2022 las reservas no estaban y cualquier lluvia fue para humedecer a la capa superficial”.

El dirigente entiende que “todo esto nos lleva a los productores a tener que cosechar allá por marzo con un gasto extraordinario, porque en el medio nos fuimos financiando sin herramientas del sistema bancario, sino a través de los prestadores de servicios o vendedores de insumos. Al mismo tiempo, los rindes no van a ser los esperados porque el clima no acompañó y no se pudieron sembrar todos los cultivos habituales”.

Lo más preocupante está en la ganadería, más al norte de la provincia de Santa Fe ya hay mortandad de animales, por falta de acceso al agua y en nuestra zona la falta de alimento se percibe en los rodeos.

En cuanto a la lechería, “hasta diciembre eran los tambos chicos, se fueron sumando los tambos medianos y ahora son también los tambos grandes, de más de 500 vacas, los que se están comiendo las reservas que teníamos para el invierno, entonces la situación será muy compleja a partir del inicio del invierno, va a ser muy crudo, porque no va a haber alimento, a pesar de tener la alternativa o la posibilidad de contar con algo de maíz tardío, pero son pocos los lotes que se van a sembrar en un plazo de 30 días y no sabemos cuánto pueden rendir”.

Esto le da un marco de mejora de precios para el productor, pero que llega a destiempo y que no llega a cubrir el alza de costos entre la falta de reservas y los aumentos que se dieron a partir de la puesta en marcha de las dos fases de dólar soja.

“Históricamente la lechería se medía por dos kilos de maíz o uno de soja, por litro de leche, pero eso se usaba en los ´90 cuando había estabilidad económica y la palabra inflación había desaparecido. Hoy por hoy a esa relación se le tiene que agregar la inflación que en 2022 rozó el cien por ciento y el aumento de la materia prima al productor no llega al 70 por ciento. Deberíamos estar hablando de un litro en el tambo a cien pesos”.

Pero según Alassia la situación se pondrá aún más compleja, porque “en el invierno los productores tendrán que salir a comprar alimento por no tener reservas y por una cuestión de oferta y demanda, con todos los tambos en la misma situación, van a subir los precios y es lógico».

«Hoy por hoy va más allá de cuánto va a salir la leche. Va a haber materia prima para el mercado interno, pero concretamente mientras no haya más dinero en los bolsillos de los trabajadores no va a poder mejorar el negocio de toda la cadena”, finalizó.