Juan Carlos Ríos de 62 años, taxista posadeño decidió instalar en la Terminal de Ómnibus de la ciudad tres cuchas para cuatro perros sin hogar que se encontraban deambulando por la zona. El hombre temía por la integridad de los animales con la llegada del invierno.
“Me apenaba mucho verlos pasar frío o todos mojados cuando llovía”, indicó en dialogo con Infobae. La construcción de las casitas llama la atención de los pasajeros que se acercan al lugar a observar todo más de cerca.
“La idea surgió porque los veía siempre. No tienen casa, ellos son de la terminal y cuando hacía frío o llovía se mojaban, y así andaban. Así que pensé a mandar a fabricarles unas casitas” indicó Ríos.
La construcción de las cuchas se las encargó a su hermano y se ocupó de colocarlas en hilera al lado de una de los ingresos a la terminal. Ahora son el lugar donde Samanta, Colita, la Sargenta y Toto descansan cada vez que lo necesitan. Las imágenes de los perros en sus flamantes guaridas pronto se replicaron en las redes.
“Están cómodos ahí, pasan largo rato adentro” expresó el taxista, quien debido a su trabajo está en la terminal por lo que se ocupa de alimentarlos y llevarlos a la veterinaria.
Estos animales son parte de la imagen de la Terminal de la Capital de Misiones, incluso “la perrita negra” según comentó Ríos, acompaña la recorrida del policía que custodia las instalaciones que ahora volvió a recibir turistas. “Por eso le decimos La Sargenta”, contó entre risas.
Si bien contó que para él todos los perros de aquel lugar son importantes, admite que Samanta es la preferida, “apareció un día, hace tres años, toda pelada por la sarna y aún tiene secuelas en el hocico, donde no le crecieron pelos. Mejoró y la llevé a la veterinaria para que la castraran. A ella la llevo a casa y vuelve conmigo todos los días. Es mi compañera. Cuando abro la puerta del taxi, ya sabe qué hacer”.
“Todos me esperan mientras hago mis viajes. Cada vez que subo al taxi les digo: ‘Ya vengo’, y se quedan sentaditos” indicó el hombre que ama a los animales desde niño.
El taxista asume la responsabilidad de cuidarlos, pero lo hace en soledad y lamenta no contar con algo de ayuda aunque, casi en secreto, anticipa que “mañana me reuniré con un comerciante que prometió darme una mano con los alimentos”.
Al mes debe comprar dos bolsas grandes de alimento balanceado cuyo valor ronda en los 7 mil pesos, pero, según indicó, algunos pasajeros colaboran, “a veces me preguntan por los perros porque les llama la atención ver las cuchas y les digo que soy quien los cuida”
“Les cuento que estoy a cargo de su alimentación y de la veterinaria, y que con ese viaje puedo comprarles su comida todo el año. Yo puedo hacer esto gracias a la autorización de la administración de la terminal, que me dejaron poner las cuchas allí”, aclaró.
El hombre explicó que ayudar a los animales es parte de su crianza, valor que le trasmite a sus hijos, “en mi familia a todos nos gustan los perros. En casa tenemos cinco, todos rescatados, y ayudo a todos los que puedo en la calle. Yendo con el taxi veo muchos perritos abandonados, ¡ojalá pudiera tenerlos a todos conmigo o ayudarlos!”.
En uno de esos episodios, narró sobre uno en especial: “Iba con el taxi detrás de una camioneta, de esas grandes, y veo que detrás sale rodando un perrito. Lo había atropellado y siguió como si nada... Bajé para ver si lo podía ayudar, era un caniche. Lo acaricié, pero no resistió y murió. Eso me dejó un dolor inmenso”
“Lamentablemente, acá falta mucha concientización sobre el cuidado a los animales: no castran, menos a los machos. No está esa costumbre pese a que hay lugares para hacerlo gratuitamente”, se quejó.
“Yo lo hago porque lo siento” explicó Juan Carlos, quien maneja el taxi 192 y que suele estar todas las mañanas en la terminal, quien además siempre lleva en su auto una bolsita extra con alimento y agua para que “cada vez que veo un perro o un gato le doy un poquito del alimento, porque a menos con eso puedo calmar un poco el hambre”.
Fuente: Infobae