“La dimos vuelta”. Estas fueron, acaso, las palabras más repetidas anoche en el búnker de Unión por la Patria, cuando se confirmó oficialmente que Sergio Massa había logrado forzar el balotaje y ubicado como la opción presidencial más votada.
El candidato habló pasadas las 11 de la noche con la dirigencia reunida en el comando de campaña de la Chacarita, y con miles de militantes festejando afuera, sobre la avenida Corrientes. Subió al escenario, solo y emocionado. Centralidad política absoluta. “Massa, presidente”, le coreó la militancia. Después le cantaron la consigna tribunera que el candidato acuñó en los últimos días campaña: “En noviembre, cueste lo que cueste, en noviembre tenemos que ganar”.
“Quiero que nos tomemos un tiempo de reflexión”, pidió Massa, para agradecer a los millones de argentinos que fueron a votar “a 40 años de la democracia”. El candidato se esforzó en ser prudente de cara al balotaje que le espera.
El discurso planteó el camino político a seguir hasta el balotaje. Massa tuvo menciones hacia otras fuerzas políticas: “Quiero hablarles a los que votaron en blanco o no fueron a votar. Quiero hablarles a los argentinos que votaron a Miryam (Bregman), que votaron a Juan (Schiaretti); quiero hablarles a esos miles y miles de radicales que comparten con nosotros valores democráticos. Pero también quiero hablarles a quienes eligieron otra opción pensando en una Argentina en paz. A todos ellos quiero decirles que haré lo máximo para ganarme su confianza”, se propuso.
“Sé que muchos de los que nos votaron son los que más están sufriendo. Sepan que como presidente, no le voy a fallar”, prometió, siempre en un tono mesurado que contrastó con la euforia militante.
Massa reiteró algunas ideas de la campaña, también en función de la segunda vuelta. “Voy a convocar a un gobierno de unidad nacional”, dijo, “sobre la base de convocar a los mejores sin importar su fuerza política y no los intereses partidocráticos”. “Se abre una nueva instancia institucional en la Argentina”, definió.
“Quiero poner punto final a la idea de la destrucción; la grieta se murió y empieza una nueva etapa el 10 de diciembre con mi gobierno”, pronosticó Massa.
El candidato de UP prometió una gestión “que defienda la industria nacional y la educación pública”. Habló de modernizar las relaciones laborales “pero respetando los derechos laborales obtenidos”.
“Necesitamos más federalismo y más coparticipación para las provincias”, agregó, en un guiño al peronismo cordobés. Se pronunció a favor del “abrazo del campo y la industria, de los trabajadores y de los empresarios”.
“No soy de los que les gusta insultar o destruir al otro. Creo que en diálogo y en los consensos, aún valiéndome críticas. Así me voy a mover siendo presidente de la República”, definió también en contraste con el estilo agresivo de Milei.
“Este no es un país de mierda como dicen algunos; entre todos lo vamos a poner en el lugar que se merece”, dijo Massa, muy aplaudido.
“Voy a honrar la Constitución y nuestra bandera, esa es mi promesa”, insistió.
“Patria sí, colonia no”, le devolvieron a Massa cuando aludió al FMI y sus condicionamiento sobre la economía argentina.
Al final invitó a Malena Galmarini y a sus hijos, y a Agustín Rossi con su familia a compartir el escenario. “Lo mejor que tenemos es nuestra familia, el lugar que compartimos sueños y esperanzas, temores y frustraciones; les pedí a ellos que me acompañen. Argentina es una gran familia”, dijo.
“Todavía quedan 30 días. El 19 tenemos que definir entre un país que abrace a todos o el país del sálvase quien pueda. Voy a abrazar a cada argentino y argentina, no importa cómo piense, no importa su religión o su condición social. ¡Cuenten conmigo!”, con concluyó Massa para dirigirse al escenario callejero.
“Haré las reformas que sean necesarias”, le dijo a su íntimos, en el Complejo C. “Va a ser mi gobierno”, ratificó.
Los más de 36 puntos que acumulaba anoche Massa con más del 90 de mesas escrutadas fue para muchos analistas y políticos un milagro: el 12,7 de inflación de septiembre y la degradación salarial a lo largo del gobierno de Alberto Fernández asomaban como un lastra irremontable.
Axel Kicillof, reelecto
A las 21.45hs se abrió el dique de contención a la euforia en el bunker de Unión por la Patria en el barrio porteño de la Chacarita. Un grupo de dirigentes subió al escenario del comando de campaña con una pegadiza canción de Turf de fondo, todos bailando y a los abrazos. Minutos después aparecieron Axel Kicillof y Verónica Magario, la fórmula que esta noche obtenía la reelección en la provincia de Buenos Aires, con más de 45 puntos, doblando en votos a los opositores Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza.
“Estamos muy emocionados”, dijo Kicillof. “Asumimos en 2019 una provincia que denominamos ‘tierra arrasada’. Vinieron años difíciles con dificultades inéditas y las hemos atravesado”, siguió.
Valoró los 40 años de democracia y la décima vez que se vota a presidente. “Esta democracia se basa en la profunda memoria de una noche genocida. Este voto dice ‘dictadura, nunca más’”, dijo, toda una réplica a los dichos negacionistas de la dirigencia de LLA.
Kicillof dijo que “la garra peronista” fue la clave del resultado. “No nos venció ni la resignación ni la anti-política”.
“Quiero agradecerle a Cristina Kirchner por su acompañamiento”, dijo Kicillof. “Atravesó un atentado, la proscripción y sin embargo sigue lideradno y nunca nos llamó a rencor y la revancha”, valoró.
Kicillof al final de su discurso arengó a la militancia a no bajar los brazos, de cara a las tres semanas que quedan para el balotaje. “La campaña no termina. Va a terminar cuando Massa sea elegido presidente”, sostuvo el gobernador electo.
En el oficialismo no solo se festejó la gran elección de Massa (unos ocho puntos más que en las PASO), sino la paliza en la provincia de Buenos Aires. Kicillof rondaba los 45 puntos, casi veinte más que Néstor Grindetti, el candidato de Juntos por el Cambio. La libertaria Carolina Píparo fue duplicada en los votos de Kicillof.
En los alrededores del búnker, el ánimo empezó a crecer cuando pasadas las seis y media de la tarde trascendieron los resultados de urnas desde distintos lugares del país. El hilo conductor era el crecimiento de Unión por la Patria respecto a los resultados de las PASO. La reversión, se pudo interpretar, era pareja en todas las provincias. “La estamos dando vuelta”, empezó a cantar la militancia afuera del búnker de campaña, sobre la avenida Corrientes.
Casi sobre las 20 horas, el gobernador Jorge Capitanich anunció que Massa estaba primero en Chaco, con el 43 por ciento, 27 % para LLa y 24% para JxC. En las PASO se había impuesto UP pero con mucho menos porcentaje (casi diez puntos menos). Las noticias desde Salta, Catamarca, Neuquén, Tucumán, Misiones, apuntaban en la misma dirección.
Massa llegó al búnker, casi a la misma hora que Kicillof, pasadas las 19.30. A esa hora ya habían empezado a trascender en los medios las noticias sobre una excelente elección de Unión por la Patria, muy distinta a las PASO de agosto. También llegaron a esa hora Wado de Pedro, jefe de campaña de UP, y el diputado nacional y candidato a reelegir, Máximo Kirchner.
El affaire Insaurralde, finalmente, no tuvo impacto: en Lomas de Zamora, cuarto distrito en importancia electoral bonaerense, se imponía holgadamente el candidato peronista, Federico Otermín.
Al escenario del búnker también subió el radical Leandro Santoro. Su candidatura quedó segunda, muy lejos de Jorge Macri. Que haya balotaje dependía anoche de que JxC alcanzara los 50 puntos.
“El gobierno entendió el mensaje de las PASO”, reafirmaban en el búnker. Aquella noche del 13 de agosto, Sergio Massa ya anticipó que iría por la construcción de “una nueva mayoría” y prometió un “gobierno de unidad nacional” frente a una eventual victoria.
El oficialismo queda de pie, de cara al balotaje, con dos figuras como líderes del espacio: Sergio Massa y Axel Kicillof. Ambos transitaron una campaña en la que buscaron apoyarse. Massa sabía que Buenos Aires era clave para su suerte, y fue allí, en una fábrica situada en el conurbano, donde cerró la campaña electoral.