“Al final hay uno que llega, pero yo voy a competir”. La noticia que Horacio Rodríguez Larreta nunca esperó escuchar salió de boca de Patricia Bullrich en el restó “Pizza cero”, en el barrio porteño de Recoleta, y marcó el punto de partida de una interna electrizante que este domingo comenzará a definir el nuevo liderazgo del PRO y el realineamiento de todo Juntos por el Cambio.
Los precandidatos presidenciales de la alianza opositora llegan a las PASO después de más de dos meses de una campaña con varios picos de tensión, donde las señales de paz llegaron recién al final, con distintas fotos de unidad y el acuerdo para esperar los resultados del domingo desde un búnker conjunto en Parque Norte.
Esos resultados reordenarían a Juntos por el Cambio detrás de una única conducción para encarar la elección general del 22 de octubre, donde el gran adversario a enfrentar sería Sergio Massa (Unión por la Patria). Sin embargo, para el consultor político Carlos Fara (Carlos Fara & Asociados), la diferencia de votos en la interna será determinante para el nuevo liderazgo.
“Si el resultado es un 60%/40%, es una película, porque hay un claro ganador. Si sale 51% a 49%, significa que es un empate, más allá de que alguien gane y alguien pierda. Si el resultado es ajustado, va a haber un modelo de cierta convivencia. Pero si el resultado es muy desequilibrante para uno, se va a sentir con derecho a decir que se ganó un debate conceptual”, afirmó Fara a este medio.
Perfiles y acomodamientos
“Fuerza”, “firmeza” y “coraje” fueron las ideas que hilvanaron la campaña de Bullrich, y que Larreta buscó contratar con la “gestión” y la presentación de propuestas concretas todas las semanas. El jefe de Gobierno porteño no se cansa de repetir que tiene con sus rival muchas coincidencias, pero “la diferencia está en el cómo”.
La elección de los vices remarcó aún más ese contraste: Bullrich se definió por Luis Petri, un radical “halcón” que se especializa en temas de seguridad y se mimetiza a la perfección con su figura, mientras que Larreta encontró en el gobernador jujeño, Gerardo Morales, el nombre justo para abonar la idea de gestión, el discurso moderado, y sumar parte de la estructura radical.
Los postulantes llevaron la pelea a fondo con listas legislativas separadas en 20 de los 24 distritos del país. Solo pudieron lograr la unidad en cuatro provincias: Mendoza, Chaco, Corrientes y Entre Ríos. La interna se derramó al interior de Juntos por el Cambio, provocando que tanto el PRO como la UCR se partieran en dos.
En tanto, la Coalición Cívica de Elisa Carrió y el Peronismo Republicano de Miguel Pichetto se volcaron hacia Larreta, quien también sumó al liberal José Luis Espert. Además, el alcalde porteño obtuvo en la recta final los apoyos de su “amiga” María Eugenia Vidal y del radical Facundo Manes, y antes el del cordobés Rodrigo De Loredo, discípulo de Lousteau.
En la otra vereda, Bullrich recibió más de un guiño a su favor por parte del expresidente Mauricio Macri, quien en un principio había prometido que se mantendría “neutral”, pero en su última aparición mediática reconoció las coincidencias que tiene con su exministra de Seguridad, por ejemplo, en cuanto a una rápida salida del cepo al dólar.
Una interna al rojo vivo
El primer gran contrapunto sucedió el 10 de abril, cuando Larreta convocó a elecciones concurrentes en la Ciudad. Esa decisión fue leída por el “bullrichismo” como un gesto para favorecer al radical Martín Lousteau con el sistema de votación de Boleta Única Electrónica, que evita el “arrastre” de la boleta de papel a nivel nacional.
“Qué profunda desilusión”, reaccionó Macri. “Manipuló las reglas electorales a cuatro meses de las elecciones”, se quejó Bullrich. Incluso Vidal cuestionó a Larreta, aunque semanas después se terminó inclinando por él, ahondando aún más la grieta “amarilla”.
Macri tomó cierta distancia de la campaña, aunque sí se metió de lleno en la pelea porteña al impulsar a su primo Jorge Macri como candidato único. La decisión final surgió de encuestas y quedó en el camino Fernán Quirós, el hombre apoyado por Larreta y Carrió. Bullrich, que respaldaba a Macri, se anotó un punto a su favor.
Jorge Macri logró encolumnar a todo el PRO y en la última semana de campaña consiguió juntar al expresidente, a Bullrich y a Larreta en una foto conjunta. Sin embargo, el jefe de Gobierno hizo equilibrio y compartió algunos actos y recorridas con Lousteau.
Apenas superada la discusión porteña, Larreta puso a Juntos por el Cambio al borde del colapso al intentar sumar, a escasos días del cierre de alianzas, al gobernador cordobés, Juan Schiaretti, en una gran interna. Consiguió apoyo de Morales, Carrió y Pichetto, pero la resistencia de Bullrich fue más fuerte.
El “affaire Schiaretti” dejó al desnudo una dicotomía que divide a la coalición: mientras que Larreta insiste en la idea de ampliar Juntos por el Cambio y gobernar con “una mayoría sólida del 70%”, Bullrich cree que “el cambio no se negocia” y, si de acordar se trata, se muestra más cercana al libertario Javier Milei.
En este marco, Larreta consideró que el gobierno de Macri “fracasó” por no haber logrado que “el cambio se mantenga en el tiempo”, y su contrincante lo acusó de “bajeza moral”, “oportunismo” y “falta de ética”. Fue otro de los momentos más turbulentos que atravesó la campaña de Juntos por el Cambio.
Más recientemente, la idea de Bullrich de ir a un “blindaje” de las reservas a través del Fondo Monetario Internacional para poder salir rápidamente del cepo cambiario abrió otra grieta y fue rechazada por Larreta y sus economistas, que creen que las restricciones no pueden levantarse “de un día para el otro” y que primero hay que “generar confianza”.
En otro orden, Larreta acumuló festejos en las provincias: se subió al escenario en Santa Fe, San Luis y San Juan, para celebrar las victorias de Maximiliano Pullaro, Claudio Poggi y Marcelo Orrego, respectivamente. La única foto ganadora de Bullrich a solas fue en Mendoza, donde acompañó a Alfredo Cornejo en la victoria en las PASO. Esa misma noche, Larreta estuvo con el mandatario Gustavo Valdés en Corrientes.
Las postales de unidad a lo largo de la campaña fueron contadas: una fue en la derrota, con De Loredo en Córdoba Capital, y otra en la victoria, con Ignacio “Nacho” Torres en Chubut. También compartieron el acto central de la Exposición Rural el 29 de julio, pero no se saludaron. El domingo volverán a encontrarse en Parque Norte, pero solo uno terminará alzando los brazos.