Es difícil escribir sobre otra cosa en este momento.
Porque es de lo único que se habla y escucha.
Son tiempos difíciles, cariño.
De incertidumbre y ansiedad.
De querer gritar y llorar de a ratos.
De perder el control e implorar que se termine toda esta locura ya.
Cada uno tiene sus propios desafíos.
Sus problemas e inconvenientes.
Sus demonios a los que enfrentar.
No planeo decir que te entiendo.
Pues, sé que no es lo que necesitás.
Jamás nadie va a poder sentir exactamente lo que vos sentís.
Solo vos sos capaz.
A pesar de eso, te acompaño.
Que no estemos en el mismo barco no significa que no estamos en el mismo mar.
Te acompaño y te aliento.
Para que no te rindas aún, para que no pares de remar.
Que todavía no todo está perdido.
Queda mucho por lograr.
Son tiempos difíciles, cariño.
De no saber qué carajo va a pasar.
De querer que todo vuelva a ser lo que era.
De cerrar los ojos deseando que las cosas se vuelvan a acomodar.
No sé a qué te enfrentaste o estás enfrentando.
No sé qué tan profunda es en este momento tu oscuridad.
Solo puedo pedirte que confíes en que ya falta menos y en que siempre hay luz si se sabe a donde mirar.
En momentos tan complicados es cuando más tenés que buscar la parte luminosa de la
realidad.
Pensar en todos aquellos a quienes amás, que son la razón por la que todavía estás acá.
Recordar todos esos sueños por los que prometiste luchar, que todavía no es hora de
abandonar.
Y tener en mente que mientras más oscura se pone la noche, más cerca está el sol de
volver a brillar.
No quiero decirte que te entiendo, cariño. Porque sé que no es lo que necesitás.
Lo que puedo hacer es decir que te acompaño y que no estás solo remando como un
loco en este mar.
Somos muchos los barcos que estamos remando a la par.
Y que esto, tarde o temprano, también va a pasar.