En Latinoamérica, la Argentina lidera estadísticamente el listado de países con más animales de compañía (perros y gatos) por habitante, lo siguen México y Brasil. Se cree que, en nuestro país, ocho de cada diez familias tiene alguno de ellos.
Dentro de Argentina, Mendoza es la ciudad con más perros por habitantes y Rosario la que tiene más gatos. Más de un 50 por ciento de toda esta población son animales mestizos (esto significa que no tienen una raza definida).
Se puede destacar también que, dentro de ese porcentaje, continúa en crecimiento la adopción responsable. Aquellas personas que hacen este amoroso gesto son personas conscientes de que la vida y la salud de este animal van a depender pura y exclusivamente de quien lo realiza.
En general se adoptan más perros que gatos, diríamos entre un 60 y 30 por ciento respectivamente.
Cada vez más aquellas personas que deciden compartir su vida con un animalito, los reconocen como parte de su familia valoran su gran compañía y conviven en el mismo espacio físico.
Las razas más populares en Argentina son los Caniches, Labradores, Ovejeros Alemanes y Cocker.
Hasta aquí deberíamos felicitarnos, por todo lo que hemos mejorado como sociedad frente a estos seres vivos que necesitan de nosotros.
Lamentablemente no alcanza, pese a todos los esfuerzos individuales, grupales, privados y estatales, no alcanza. La sobrepoblación de perros y gatos continúa a un ritmo de crecimiento descontrolado, con todas sus consecuencias, trayendo aparejado problemáticas como accidentes de tránsito, accidentes por mordeduras, transmisión de enfermedades entre ellos y a los seres humanos, y podríamos continuar enumerando otras consecuencias de este crecimiento sin control.
Soy consciente que no es sólo un problema argentino, en varios países del mundo se está intentando controlar esta situación que debe ser una política de Estado, junto a todos los que de una manera u otra nos cabe alguna responsabilidad.
Hasta aquí observamos que no alcanzan los esfuerzos individuales y/o grupales. El Estado debe liderar esta compleja y dolorosa situación donde tantos animales no tienen una mínima calidad de vida, muchas veces por nuestra irresponsabilidad. Básicamente es un problema de educación y de control racional y ética de la reproducción animal.
Para esto necesitamos de la estructura y los recursos del Estado para acompañar a todas las organizaciones que trabajan por el bienestar animal: profesionales de la salud animal, ONG, proteccionistas, voluntariados y todas las manos solidarias y generosas.
Aquí tenemos bien claro el objetivo, y deberíamos estar todos de acuerdo con un método de trabajo serio, a largo plazo y sustentable, solo así lo han logrado países que trabajaron en equipo, como por ejemplo Holanda.
Hay suficientes experiencias para equivocarnos lo menos posible, por la salud en general y por la vida y la salud de los animales de compañía que estuvieron, están y estarán siempre al lado nuestro compartiendo nuestras vidas.
Hasta pronto.
Dr. Ricardo N. González
Médico Veterinario MP 0343