No sé vos, pero yo asocio los domingos con recordar.
Recordar, etimológicamente hablando, quiere decir volver atrás con el corazón.
Pues, en el pasado se creía que era ahí donde yacía la memoria.
En este sentido, por ejemplo, en francés existe la expresión apprendre par coeur (aprender de corazón) y en inglés know by heart (saber de corazón).
No hay duda de que cuando recordás volves atrás.
Pero ¿lo hacés con la mente o con el corazón?
Hay diferentes tipos de recuerdos.
Tu infancia, algún que otro viaje, anécdotas varias, de viejos amores, de ciudades recorridas o de noches vividas.
Tal vez en esos casos lo hagas un poco con el corazón y otro con la mente.
Un poco lo que viste y otro lo que sentiste en esos momentos.
Ahora, ¿qué pasa cuando recordás personas?
¿Volvés con la mente o con el corazón?
¿Por qué lo hacés? ¿Por qué las extrañás?
Extrañar es otra palabra increíble.
Como sustantivo - extraño - se refiere a algo fuera de lo normal.
Pero, como verbo, no expresa otra cosa que sentir la falta de algo a lo que se está acostumbrado. Alucinante ¿no te parece?
Los domingos son días de familia y amigos.
De duras resacas.
De historias de la noche anterior.
De levantarse en camas ajenas o propias (bien o mal acompañado).
O tal vez solo.
De nuevos amores y de corazones rotos.
De vergüenzas matutinas.
De pizza recalentada.
De pijama todo el día.
De comilonas en familia.
De paseos al sol.
De tardes de sofá y películas.
Sin embargo, para mí los domingos, además, son los días de recordar.
Y recordar y extrañar no pueden no ir de la mano.
Pues, creo que uno recuerda lo que extraña.
O, al menos, lo que cree extrañar.
Porque también en esto la mente puede jugarte una mala pasada al camuflar los malos recuerdos de buenos, protegiéndote así del dolor del pasado, engañándote a tal nivel que te hace añorar lo que te dañó.
¿Qué es lo que más cuesta olvidar: lo que viviste o lo que sentiste?
Te lo digo, los domingos tienen esta otra cara.
La de días introspectivos en los que, a determinada hora, el corazón se le rebela a la mente y no importa cuánto te resistas, toda racionalidad desaparece y los recuerdos salen al galope.
Y, cuando llega la noche, luego de haber viajado por el pasado, te encontrás un poco roto; un poco melancólico; un poco extraño.
Porque puede que descubras algo que deberías haber hecho y no hiciste que hasta el día de hoy no deja de desvelarte.
Que, vamos, ¿Cuántas veces pudiste sacar realmente de la cabeza eso que no salió del corazón?
No es necesario responder porque lo que jamás se olvida es de cómo te hicieron sentir.
A eso es a lo que más se vuelve los domingos, a todo lo que sentiste.
Buen domingo,
A