Soledad Mangia es una joven bailarina paranaense con una trayectoria reconocida en el ambiente y con actuaciones destacadas como cuando bailó junto a Julio Boca en la cumbre de G20 en 2018.
Ahora su arte vuelve a destacarse por haber sido convocada para participar de un video colectivo impulsado por Leonardo Reale, ex bailarín del teatro Colón, en el marco de la iniciativa Danzar por la Paz que reúne a los bailarines de todas las disciplinas de la danza, para Celebrar la Cultura de Paz y No Violencia bajo un evento artístico a beneficio de una ONG.
"Leonardo está al frente de la asociación hace muchos años y desde allí genera espectáculos y performances siempre vinculadas a la paz", explica la joven paranaense. "Este año, que nos agarró a todos en cuarentena, se le ocurrió no quedarnos guardados sino hacer algo y adaptarlo a lo que estamos viviendo. Llamó a varios bailarines, porque hay muchos bailarines argentinos en el mundo con carreras muy importantes, él convocó a 27 para que se sumen", detalló Soledad.
En relación a la convocatoria de la cual fue parte, la bailarina cuenta: "Personalmente me escribió un día y me contó la idea del video que se iba a hacer mediante streaming. Lo que a mí me atrajo fue que todo lo recaudado iba a ser para UNICEF, además era unirnos con gente que admiro muchísimo, con bailarines que son colegas y con los que trabajo hace mucho años. El llamado de Leo Reale fue un aire fresco después de cuatro meses encerrados, nuestro arte esta muy golpeado y posiblemente sea lo último que vuelva a abrirse".
La participación de Soledad en el proyecto se grabó en el Obelisco, "al principio me dio un poco de cosa porque uno se está cuidando mucho y no sale; el resto de los bailarines tuvieron que componer algo con un tema musical que se les asignó. Con todos los recaudos necesarios fui al Obelisco, con un camarógrafo que tenía un drone y con permiso de UNICEF. Fue un regalo, ese día domingo no había nadie en la calle, el sol pegando en la cara, sentir que me estaba moviendo libremente fuera de mi casa, personalmente fue un desahogo sin saber cómo iba a quedar al final", cuenta Soledad con la emoción propia de quienes aman lo que hacen.
Luego de que los 27 bailarines grabaron sus participaciones, las imágenes fueron compaginadas para la creación de la pieza final y "se organizó un streaming que lo condujo Facundo Mazzei. Se hicieron subastas de zapatillas de baile de Julio Bocca, zapatos de baile de Laurita Fernández, muchos artistas donaron cosas para subastar a beneficio de UNICEF", contó Soledad.
Raíces paranaenses
Soledad no se olvida de su origen paranaense, muy por el contrario expresa cariño y alegría cuando se refiere a la ciudad que la vio nacer y en la cual se formó artísticamente hasta sus 18 años. "Mi primera maestra, a los 4 años, fue Mimí Zapata que además es mi tía. A ella le debo todas mis bases, todo lo que ella me impulsó", recuerda la joven quien además cuenta que su mamá también era bailarina, "nací en una familia rodeada de arte, a los siete años mi tía ya me traía a Buenos Aires a estudiar al Colón y con otros grandes maestros. Ella siempre fue muy generosa conmigo y con todos sus alumnos".
Sin planes concretos de irse a Buenos Aires, Soledad egresó de la academia de Mimí a sus 18 años y audicionó para una beca en la que finalmente quedó seleccionada, "así que me vine a empezar de cero; cuando uno sale de su provincia hacia la gran ciudad empieza de cero", reconoce la joven paranaense.
Ya instalada en Buenos Aires, Soledad estudió en la escuela de Julio Boca y hasta logró ingresar en su compañía después de un par de intentos, estudió también en el taller San Martín, una escuela de tres años de danzas contemporáneas. "A partir de ahí empecé a trabajar en compañías independientes, después vino mi trabajo de asistencia coreográfica que me llevó a trabajar con Topa desde 2016 hasta la actualidad. En 2019 trabajé con Evaluna Montaner para Club 57, hicimos la coreografía junto a Nicolás Chavez para el Gran Rex", cuenta Soledad.
La bailarina paranaense expresa que "Se siguen dando oportunidades en las que uno se sigue expandiendo. Yo tengo 34 años y siento que tengo sueños por cumplir, la carrera de bailarín tiene un tope pero yo siento que todavía me falta, soy sedienta de aprender. Seguir estudiando siempre, nutriéndome de otras técnicas, amo bailar de todo, el folclore, el tango, el tap, el jazz, el clásico… son mis tendones de Aquiles".