Victor Garrido vive en el Paraje Los Chihuidos, en la provincia de Neuquén. Para poder tener luz viaja 100 kilómetros hasta Añelo, donde compra combustible para el grupo electrógeno y para estudiar debe viajar 500 kilómetros, distancia que recorre cada 15 días para llegar a la escuela en Junín de Los Andes.
Las ganas de estudiar superan las carencias, el celular fue su aliado para cumplir con las tareas escolares, pero una computadora le facilitaba las cosas. Por esto, vendió animales para comprarla. "Con el teléfono se me complicaba mucho, ahora es mucho más fácil con esta máquina que pude comprar", contó en diálogo con TN y La Gente.
A raíz de la pandemia las clases presenciales están suspendidas, pero para llegar a la escuela tiene que trasladarse 500 kilómetros. Desde su casa va en combi hasta Cutral Có, y desde ahí toma un colectivo hasta el Centro de Educación Integral San Ignacio (CEI), ubicado en el paraje San Cabao, a 15 kilómetros de Junín de los Andes.
Es buen alumno, sobre todo en matemáticas, y cuando termine la escuela tiene pensado seguir estudiando, porque quiere ser Técnico Agrónomo. Los días de este joven de 19 años transcurren entre el estudio y el cuidado de los animales. A caballo se ocupa del ganado, durante estos días la tarea se complicó por la acumulación de las intensas nevadas, y su casa llegó a los 80 centímetros de nieve.
Este joven es un ejemplo para muchos otros jovenes que día a día desde lugares recónditos de nuestro país se sacrifican para estudiar, avanzar y superarse.