Héctor finalizó sus estudios dando la mejor lección de todas "si se quiere, se puede". A los 86 años, el abuelo oriundo de Cipolletti subió a recibir su diploma y fue ovacionado por todos los presentes. "Estudiar me hizo feliz. La escuela, los profes y mis compañeros me alegraron la vida", relató el feliz abuelo.
El pasado viernes no fue un acto más de fin de año en el CEM 102. Héctor Castro Vidal logró finalizar el secundario a sus 86 años. El hombre nació y se crió en Chile, allí conoció a Ana Luisa con quién tuvo cinco hijos. A los 30 años, por la difícil situación económica, debió emigrar a la Argentina dejando a su familia con la esperanza de poder ofrecerles una mejor calidad de vida.
"Un compadre me invitó y vinimos juntos hasta Bahía Blanca. Allí trabajé en la fábrica, pero llegaron los militares y nos echaron a todos. Nos tuvimos que escapar porque no querían extranjeros en la ciudad. De ahí viajé a Río Negro, donde se comentaba que se podía vivir bien. Comencé a trabajar en las chacras y luego me dediqué a la construcción: fui albañil toda mi vida", relató Héctor.
Años más tardes sus hijos llegaron al país pero su esposa Luisa decidió quedarse, sin embargo Héctor pudo rehacer su vida y se casó con María Olga. Se asentó en la ciudad de Cipolletti y ya lleva 40 años viviendo en el barrio Pichi Nahuel. Hace cuatro años decidió cumplir un sueño, terminar sus estudios secundarios y decidió anotarse en el CEM 102, ubicado en el barrio San Lorenzo.
"Yo estaba casado, y cuando falleció mi esposa quedé solo, y decidí ponerme a estudiar. Mi familia me apoyó y me ayudó mucho. Me gustaba ir a la escuela, me divertía y la pasaba bien. Inglés y matemáticas me costaban un poco, pero mi nieta me ayudaba. Estoy muy contento de haber terminado, muy alegre", contó el abuelo en diálogo con el medio local LM Cipolletti.
Héctor relató que sus compañeros fueron muy amables con él, a pesar de la diferencia de edad. El hombre trató de asistir siempre y se trasladaba al establecimiento en bicicleta, colectivo o caminando, ya que no había excusas para faltar. El pasado viernes recibió además de su diploma el premio al mejor compañero. "A la gente de mi edad le quiero decir que se animen, que no es difícil", concluyó.
Desde el colegio comentaron que la experiencia de tenerlo a Héctor entre las aulas fue una verdadera alegría. "Fue nuestra primera experiencia con un adulto mayor, y fue muy emocionante. No sólo enseñamos, sino que aprendimos con él. Generó un impacto gratificante en toda la escuela y logró que los jóvenes se referencien en él. Se convirtió en ídolo", expresó el director de la institución educativa Gustavo Fernández.