Dudas y certezas en el caso Fortunato a dos meses de la tragedia

Lo que más se cuestiona y lo más difícil de probar es si Julieta Silva tuvo o no la intención de matar. Mirá los detalles de la causa, punto por punto.

Dudas y certezas en el caso Fortunato a dos meses de la tragedia
Julieta Silva durante la audiencia en la que recibió prisión domiciliaria\u002E

Hace dos meses la muerte de Genaro Fortunato conmovió al país entero. La madrugada del 9 de septiembre, a la salida del boliche La Mona, en San Rafael, Mendoza, el joven rugbier murió atropellado por el auto que conducía su novia, Julieta Silva. 

Desde entonces surgieron diversas versiones sobre cómo sucedieron los hechos, si ella tuvo o no la intención de matarlo, si estaban discutiendo o no, si un mensaje de la ex de Fortunato y madre de su bebé había desencadenado el conflicto, si ella tuvo un ataque de ira, etc.

Dos meses después de aquella fatídica madrugada, lo que se sabe a ciencia cierta es que Silva está con prisión domiciliaria imputada por homicidio simple en la modalidad de dolo eventual, y en forma alternativa por homicidio culposo agravado (accidente más la imprudencia de no usar anteojos).

​Hasta el martes 31 de octubre, Silva estaba imputada por homicidio con dolo directo, con alevosía y agravado por el vínculo, es decir que había tenido la intención de matar.

La Fiscal de la causa, Andrea Rossi, consideró desde un principio que Silva tuvo la intención de matar a su novio, que lo hizo con alevosía y se aprovechó del estado de vulnerabilidad de su novio, ya que estaba en el piso cuando ella le pasó por encima. Eso sostuvo en la primera audiencia de prisión preventiva ante el juez Pablo Peñasco y también en la de apelación ante los magistrados Alejandro Celeste, Jorge Yapur y Néstor Murcia.

​Sin embargo, a medida que fue pasando el tiempo fueron agregándose los resultados de diferentes pericias a la causa y la hipótesis inicial de Rossi tuvo que cambiar. Fue cuando Celeste, Yapur y Murcia no encontraron pruebas fehacientes que sustentaran la alevosía y ni siquiera el vínculo. Por lo que cambió la carátula del caso y Silva se vio beneficiada con la prisión domiciliaria.

Una de las primeras versiones que surgió fue que Silva había enfurecido por un mensaje que le habría llegado a Fortunato de su ex novia, Agostina Quiroga. Esta joven está embarazada del rugbier y Silva no sabía. Sin embargo, ella y su mamá salieron categóricamente a negar esa acusación. 

Otro de los puntos que no queda del todo claro es la intención de Silva. ​Ella jura que no lo vio, que creyó que era un pozo. Hay pericias a su favor, su problema en la vista -comprobado por la Justicia- y que ese día no tenía los anteojos puestos, y las condiciones climáticas y lumínicas del lugar: estaba lloviendo y había poca iluminación. Las pruebas determinaron que el día y a la hora de la tragedia el auto tenía los vidrios empañados. Pero, otra de las pericias indica que el farol del Fiat Idea que conducía Silva alumbró justo a Fortunato antes de atropellarlo.

El testimonio del trapito que estaba esa noche cuidando los autos a la salida del bar es otro punto que no queda del todo claro. Él declaró que salieron peleando del boliche y ella se subió al auto y lo pisó. Ella dijo que la discusión no fue entre ellos -también negó la existencia de un mensaje por parte de Quiroga-. Aseguró que Genaro discutió con un tercero adentro del bar y por eso decidieron irse. Un video registró el momento en el que salen del local y se los ve a poca distancia, en un momento ella lo asiste y sin ademanes violentos. 

En un principio se dijo que ​Julieta atropelló a Genaro en una primera instancia, no contenta con eso hizo una vuelta en "U", aceleró y volvió a pasarle por arriba. Luego, las pericias determinaron que él intentó detener la marcha desde la ventanilla del conductor, ella arrancó y el se cayó. Ella no se dio cuenta que él quedó en el piso, dio la vuelta en "U" porque su casa quedaba para el otro lado y fue ahí cuando no lo vio y le pasó por encima. 

​Este difícil caso lo resolverá la Justicia, pero quedarán cabos sueltos, por lo menos en el colectivo imaginario.