El Veterano de la Guerra de Malvinas, Ramón López cuenta su vivencia desde el corazón de la Isla Soledad, más precisamente desde el cementerio de Darwin, donde descansan los restos de los soldados argentinos. También contó lo que sintió al volver a las islas, ver y recorrer lugares donde antes solo se sentía el zumbido de las balas, los bombardeos y se mezclaba con valor, coraje y miedo a la vez.
Él relató que la primera vez que llegó a las islas fue muy fuerte. "Sabía que veníamos a recuperar un pedazo de suelo que es nuestro. Está cercenada nuestra patria. Vinimos con esa esperanza y de hecho, por 75 días las tuvimos", dijo Ramón.
Con el despliegue y avance de las Fuerzas Especiales entre la turba y el monte, fueron cumpliendo los objetivos. El más saliente y principal fue la toma de la Casa del Gobernador, donde cayó el Capitán Pedro Giachino. Ramón fue uno de los designados para llevar el cuerpo a Puerto Belgrano. "El día 4 me mandan de nuevo y el día 6 volví a Malvinas y me quedé durante todo lo que duró la guerra. Hasta que me escapé con grupo de comandos y regresé al continente", expresó. Luego de terminado el enfrentamiento, Ramón siguió un tiempo más hasta que vieron un helicóptero Sea King de la Armada que pertenecía a un Buque Hospital y lo emplearon como medio para salir de las islas.
Luego de 37 años, volvió para cerrar esa etapa. "Otra vez estoy acá y desde otro ángulo. Sin los bombardeos, sin los cañones, sin esa presión que uno tiene cuando está en la guerra. La paz y la tranquilidad que se siente en este cementerio, realmente hay que vivirlo, no se puede transmitir, hay que vivirlo, hay que estar. En un páramo solitario, en el medio de la nada y lo único que se siente es el volar del viento", comentó.
Al acercarse a cada cruz del cementerio, respira ondo, mira al infinito, recuerda, reflexiona y dice" Es bueno que mis hermanos estén en este lugar. Están y siguen custodiando nuestra Patria, han ofrendado su vida cumpliendo el deber sagrado y el empeño de su palabra en defender nuestra bandera hasta perder la vida, y eso es honorable", expresó. "A mí, como viejo soldado a mis 70 años, tener la posibilidad de venir a rendirle honor a ellos, para mí es lo máximo. Después de esto, qué más puedo pedir", dijo.
Otro factor que movilizó a Ramón fue estar en cercanías del lugar donde desembarcaron los Comandos y Buzos. "Eso fue fuerte, donde desembarcamos los botes de goma, donde realmente había mucho miedo, había mucha preocupación; había una carga emotiva muy fuerte, porque no sabíamos lo que nos esperaba en la costa". Por otro lado, "en Monte Longdon también sentí un gran silencio que, cuando estuvimos ahí vimos lo que era cuando estabamos en plena batalla. El día 13 fue tremendo, duró 72 horas el cañoneo, hay muchas cosas que fueron muy fuertes, y escuchar ese silencio, un silencio tan profundo, tan fuerte, fue muy emotivo".
A modo de reflexión, Ramón dijo que, los hombres se deben entender, dialogar hasta el cansancio, que tienen que morir dialogando, no morir tiroteando. "Cuando se terminan las palabras, comienzan las balas y eso indica la incapacidad nuestra, de nuestros gobernantes, de aquellos que tienen responsabilidades, de no seguir dialogando hasta el cansancio", remarcó y agregó "Acá está el resultado. Este es el resultado de que se terminaron las palabras, estas tumbas".
Sobre Malvinas en la actualidad, dijo "Creo que es una ciudad castigada, por la guerra, por el derramamiento de sangre. Creo que tiene ese karma encima. Ojalá que se libere, ojalá que vivan y ojalá que sepan vivir realmente. No se ve, solamente más que tristeza", concluyó.