Opinión: "La formación en Ingeniería. El desafío de crear futuro"

Por Gustavo Lores*

Opinión: "La formación en Ingeniería. El desafío de crear futuro"
Planta solar Cauchari, en la Puna de Jujuy

La primera Escuela de Ingeniería se estableció en Francia en 1675, dirigida por Ingenieros Militares y más adelante, en 1771 se formó en ese país la Sociedad de Ingenieros Civiles que agrupó a los profesionales cuya incumbencia no era militar.

Con la Revolución Industrial, entre 1750 y 1840, se diversificaron los procesos de manufactura y cada Universidad, Facultad o Escuela de Ingeniería se especializó en temas considerados de interés.

Los antecedentes de la Ingeniería en la Argentina datan de 1810, con la formación de Ingenieros Militares para el "Ejército Patriota". En 1826 se incorporaron al gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata dos ingenieros civiles, el inglés Santiago Bevans y el francés Charles Henri Pellegrini.

Entre 1835 y 1870 se produjo un notable crecimiento de la Ingeniería debido especialmente a la industria del transporte. El 16 de junio de 1865 se inaugura en la Universidad de Buenos el Departamento de Ciencias Exactas, para la enseñanza de las matemáticas puras y aplicadas.

La Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Jujuy inició sus actividades el 24 de mayo de 1972.
La Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Jujuy inició sus actividades el 24 de mayo de 1972.

Entre 1880 y 1900 se amplía los centros de enseñanza y se crea las Facultades de Ingeniería de Córdoba y La Plata, así como la Escuela de Ingenieros de Minas de San Juan. Ingenieros argentinos dirigen la construcción de ferrocarriles, puertos, abastecimientos de agua, industrias y obras hidráulicas de envergadura.

A fines del siglo XIX la Ingeniería Argentina era una realidad que se visibilizó con la fundación del Centro Nacional de Ingenieros el 8 de marzo de 1895 y la aparición de la revista "La Ingeniería", en el mes de agosto de 1897. Se inauguró el puerto de Buenos Aires y se creó el Ministerio de Obras Públicas de la Nación en 1898.

La creación de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Jujuy, que inició sus actividades el 24 de mayo de 1972 con las carreras de Ingeniería de Minas, Ingeniería Metalúrgica con orientación Siderurgia e Ingeniería Química, atendió las necesidades de desarrollo de la Industria provincial de esa época: Mina El Aguilar y Mina Pirquitas, la Acería Integrada Establecimiento Altos Hornos Zapla, varias fundiciones y los ingenios azucareros e industrias químicas locales, respectivamente.

De las dos orientaciones originales de las carreras de Ingeniería, Militar y Civil, hoy se dicta alrededor de treinta terminales reconocidas por el Ministerio de Educación de la Nación como Carreras de Interés Público reguladas por el Estado y otras veinte que no poseen este carácter.

Vista de la ciudad de Palpalá, con las instalaciones de la planta industrial Aceros Zapla, en Jujuy.
Vista de la ciudad de Palpalá, con las instalaciones de la planta industrial Aceros Zapla, en Jujuy.

La distribución por sexo de estudiantes de Ingeniería en nuestro país evolucionó en forma sostenida hacia la paridad de género, alcanzando en la actualidad el 36% de mujeres que cursan las diferentes carreras ofrecidas.

En la Argentina de la década de 1990 existían más de setenta especialidades diferentes de Ingeniería con criterios de formación propios de cada Institución Educativa en la mayoría de los casos.

Atento a ello, la Ley de Educación Superior Nº 24.521, promulgada en el año 1995, determinó una categoría de Títulos Universitarios correspondientes a las "profesiones reguladas por el Estado", cuyo ejercicio podría comprometer el interés público. A estas carreras se les requirió una carga horaria mínima, determinada intensidad en la formación práctica y la obligación de ser auditadas periódicamente por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), quedando así las Facultades de Ingeniería sujetas a dar cuenta ante evaluadores externos de su capacidad de enseñar y del cumplimiento de los estándares de calidad académica.

Este hecho generó un nuevo debate sobre el perfil del Ingeniero, llegando a sólidos acuerdos a nivel nacional sobre el currículo: una fuerte formación en Ciencias Básicas, preferentemente común a todas las especialidades y, en los ciclos superiores, la adquisición de los conocimientos en Tecnologías Básicas y Tecnologías Aplicadas.

El autor de la nota, Ing. Gustavo Lores, decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de jujuy (UNJu)
El autor de la nota, Ing. Gustavo Lores, decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de jujuy (UNJu)

En este marco, el Consejo Federal de Decanos de Ingeniería de la República Argentina (CONFEDI), constituido desde 1988 y que representa a las Facultades de Ingeniería del país, asumió un rol en el proceso de logro de consensos. Y es sobre estos acuerdos que se fueron modificando los planes de estudio y se definieron los primeros estándares de acreditación para Carreras de Ingeniería de manera formal, colaborativa y armónica que benefició sensiblemente los niveles de calidad de la enseñanza de la Ingeniería en su conjunto.

Superados dos ciclos completos de acreditaciones de seis años cada uno, el CONFEDI se planteó a partir de 2014 como objetivo avanzar en cambios más profundos en materia de enseñanza de la Ingeniería: establecer una metodología de aprendizaje centrada en el estudiante e integrar a la formación de nuestros graduados en competencias sociales, políticas y actitudinales que revisten especial gravitación en el mundo de la Industria actual.

En esa línea y con miras a la definición de un nuevo estándar nacional para el tercer ciclo de acreditación se elaboró entre 2016 y 2018 una propuesta que se presentó el 6 de junio de 2018 ante los organismos nacionales competentes fundamentada en los siguientes objetivos: a) Actualizar y consolidar el actual modelo de formación de Ingenieros; b) Consolidar un modelo de aprendizaje centrado en el estudiante; c) Definir un modelo comparable internacionalmente; d) Definir un enfoque basado en competencias y descriptores de conocimiento y e) Asegurar el cumplimiento de las actividades reservadas definidas para cada título.

Estos objetivos están sustentados en el diseño de un currículo equilibrado en competencias y conocimientos académicos, científicos, tecnológicos y de gestión, con formación humanística.

Un sector de las instalaciones de la empresa Ledesma en Libertador General San Martín, Jujuy.
Un sector de las instalaciones de la empresa Ledesma en Libertador General San Martín, Jujuy.

Actualmente las 118 Unidades Académicas Nacionales, de gestión pública y privada, nucleadas en el CONFEDI, están transitando este significativo proceso de reconversión en materia de metodología de los aprendizajes, siempre con el objetivo de contribuir al desarrollo de la sociedad en la búsqueda de una mejora en la calidad de vida con sentido de equidad.

El fin de este proceso de mejora es que los graduados de carreras de Ingeniería adquieran una adecuada formación general, que les permita adquirir los nuevos conocimientos y herramientas derivados del avance de la ciencia y la tecnología. Además, se promueve su interés por completar y actualizar permanentemente su formación a lo largo de la vida laboral, en el marco informal o en el formal a través del postgrado.

Los ingenieros ahora tendrán que desafiar a esta nueva era, utilizando sus habilidades para alcanzar una gestión más eficaz de los recursos, mejorar todos los procesos de producción, aumentar su rentabilidad y, fundamentalmente, modificar la realidad para que nuestra calidad de vida sea cada día mejor.

(*) Decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu)