El sismo de mayor magnitud en Taiwán en un cuarto de siglo sacudió la isla durante la hora pico de la mañana del miércoles, dañando edificios y provocando la muerte de por lo menos nueve personas y 800 heridos.
En la capital, Taipéi, cayeron baldosas de los edificios más antiguos y las escuelas evacuaron a sus alumnos a campos deportivos, equipándoles con cascos amarillos de seguridad. Algunos niños se cubrieron con libros de texto ante la posibilidad de objetos caídos mientras continuaban las réplicas.
En medio de la catástrofe, una argentina que vive en el país asiático contó lo dificil que fue atravesar esta situación. Hace dos años que reside allí y su nombre es Lorena Kuo.
“Es una situación estresante porque no sabes cuándo va a temblar de vuelta y el gobierno ya dijo que posiblemente dentro de los cuatro días van a haber réplicas de, quizás, hasta 7 grados”, explicó angustiada Lorena.
“Después de cinco horas hubo como 80 réplicas, aunque de menor magnitud que la primera”, señaló.
“Se me cayó todo, fue demasiado fuerte y largo”, contó la joven. “Lo peor fueron las réplicas. Hasta ahora, después de 10 horas, sigue habiendo”, explicó y agregó: “Nunca sabes cuando va a parar de temblar”.
“Vivo en la capital del país, Taipéi. Como casi todos los taiwaneses estoy acostumbrada a los terremotos y a que tiemble por máximo cinco segundos y como mucho se puede caer ropa o alguna taza”, detalló Lorena.
Y añadió: “Cuando me levanté a la mañana pensé que iba a ser igual pero no fue así. Tembló por casi un minuto y muy fuerte, tanto que no llegaba a distinguir el ruido de las cosas que se estaban cayendo afuera de adentro. Recién cuando dejó de temblar me di cuenta de que mi televisor se había caído y ni siquiera lo había escuchado, todas las cosas que tenía en los muebles, en el baño, se cayó todo”.
Enseguida Lorena atinó a guardar sus cosas más importantes en una mochila e intentó salir de la habitación, pero por el temblor, una escalera que se encontraba al costado de la puerta se había caído y le trababa la manija. “Casi me quedo encerrada. Al final pude maniobrar y salir”, explicó.
“Después de eso bajé por las escaleras y me fui a lo de mi hermana. Yo vivo en un edificio que está en una esquina y a los costados solo hay casas bajas, entonces no tiene nada con que mantenerse. Casi todos los edificios que se derrumbaron están solos en una esquina o no tienen nada a sus costados que los pueda sostener”, detalló.
Durante el camino a la casa de su hermana, Lorena destacó que le llamó mucho la atención que en las calles no se sentía ningún rastro de lo que acababa de suceder. “No parecía que había pasado el terremoto más grande de los últimos 25 años de Taiwán”, señaló.
“La gente no estaba en pánico”, dijo con asombro. “Uno no previene un terremoto, por lo menos uno que vivió toda su vida en Argentina no lo hace entonces para mi era algo increíble”, agregó.