A casi dos meses de iniciada la guerra y tras la finalización de la tregua, Israel intensificó este martes sus bombardeos sobre la segunda ciudad más grande de Gaza y sus alrededores, mientras ambulancias y autos particulares trasladaban a toda prisa a los heridos a un hospital.
Presionado por Estados Unidos para evitar más muertes masivas, Israel sostiene que está siendo más preciso a medida que amplía su ofensiva hacia el sur de la Franja, tras arrasar gran parte del norte. Los palestinos afirman que no hay zonas en las que se sientan seguros y muchos temen que si abandonan sus hogares no se les permita regresar nunca.
Los bombardeos aéreos y la ofensiva terrestre han sacado a tres cuartas partes de sus 2,3 millones de habitantes de sus casas. En el hospital Nasser de Jan Yunis, las ambulancias llevaron a docenas de heridos durante la noche.
Israel ordenó la evacuación masiva del norte de la Franja en los primeros días de la guerra y ha impedido la vuelta de quienes se marcharon. En el sur, ordenó el desalojo de casi dos docenas de vecindarios dentro y en las inmediaciones de Jan Yunis. Esto redujo en más de una cuarta parte la zona en la que puede refugiarse la población civil en el centro y el sur del territorio. ”Ningún lugar es seguro en Gaza y no queda ningún lugar a dónde ir”, afirmó Lynn Hastings, coordinadora humanitaria de Naciones Unidas para los territorios palestinos.
“No se dan las condiciones necesarias para hacer llegar la ayuda a la población de Gaza. Está a punto de producirse un escenario aún más infernal si cabe”.
Israel sostiene que debe desmantelar la amplia infraestructura militar de Hamás y apartarlo del poder para evitar una repetición del ataque del 7 de octubre, que propició la guerra. En el asalto sorpresa a través de la cerca fronteriza, combatientes de Hamás y de otros grupos insurgentes palestinos mataron a unas 1.200 personas, en su mayoría civiles, y capturaron alrededor de 240 hombres, mujeres y niños.
El ejército afirma que hace todo lo posible por evitar las víctimas civiles y acusa a Hamás de utilizarlos como escudos humanos en combates en barrios densamente poblados donde cuentan con laberintos de túneles, búnkeres lanzacohetes y francotiradores.
Hamás está muy arraigado en la sociedad palestina y su determinación de poner fin a décadas de gobierno militar israelí es compartida por la mayoría de los palestinos, incluso por los contrarios a su ideología y a sus ataques contra la población civil israelí. Esto complicará cualquier esfuerzo para erradicar el grupo sin causar un enorme número de víctimas y más desplazamientos.