La innovación, una llave para ampliar y mejorar el ecosistema

Todos los niveles afrontan desafíos que van desde la alfabetización y la retención, al diseño de currículas y modelos de enseñanza atractivos. Los aportes de nuevas experiencias.

La innovación, una llave para ampliar y mejorar el ecosistema
Repensar la educación. En la conversación participaron Carla Paparella, coordinadora de Educación de Cippec, y Francisco Lehmann, de Belgrano Day School, de manera remota. En tanto, Horacio Ferreyra, ministro de Educación de Córdoba, y Pablo Rivarola, vicerrector de Asuntos Académicos de la Universidad Siglo 21, lo hicieron en forma presencial. (Nicolás Bravo / La Voz)

Innovar en educación no pasa sólo por incorporar tecnología. Ese concepto, que es aplicable en todo el mundo (y también a todo tipo de actividad), se adapta más a la Argentina, donde hay problemas de alfabetización, con resultados deficitarios en los aprendizajes y con tasas preocupantes de abandono escolar, en especial en el nivel medio.

La innovación educativa puede y debe hacerse también modificando esquemas en el sistema tradicional y, cada vez más, pensando a la educación como un ecosistema mucho más amplio, capaz de abrir el juego a actores de otros sectores, para ampliar el intercambio colaborativo que promueva mejores prácticas.

Estas reflexiones orientaron el primer conversatorio de la cuarta temporada del ciclo “Voces que suman”, cuyo foco fue cómo innovar en educación, cuáles son las claves, el rol y el impacto de las nuevas tecnologías y, fundamentalmente, el para qué.

En el panel participaron del panel Horacio Ferreyra (ministro de Educación de Córdoba) y Carla Paparella (coordinadora del programa de Educación del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento-Cippec).

También Francisco Lehmann (director de Investigación y Desarrollo en Belgrano Day School) y Pablo Rivarola (vicerrector de Asuntos Académicos de la Universidad Siglo 21). La moderación fue del periodista Daniel Alonso, coordinador del ciclo, que cuenta con la producción ejecutiva de Sebastián Gilli.

Los especialistas coincidieron en enfatizar la importancia de los datos, de organizarlos y de usarlos como base para diagnósticos que sean puntos de partida de políticas educativas.

Paparella, por ejemplo, planteó que lo tradicional son programas con estructura y objetivo específicos que se traducen en un “bombardeo de materiales en las escuelas que atenta contra los buenos resultados”.

En esa línea, consideró que es necesario focalizarse “en los problemas centrales y estructurar políticas que abarquen diferentes componentes, coordine a los actores e involucre también a otros de ministerios diferentes y a municipios. Es decir, del territorio en su integralidad, de la comunidad ampliada”.

Con el aporte y la gestión de datos, el Cippec desarrolló un sistema de alerta temprana que se aplica en diferentes provincias para evitar el abandono escolar, en especial en el ciclo secundario.

El 35% de los argentinos que tiene entre 25 y 29 años no terminó ese nivel, que “sigue siendo clave para obtener mejores trabajos; quienes tienen secundario ganan 40% más por hora”, apuntó Paparella.

Respecto del uso de los datos, Ferreyra describió que para la puesta en marcha del plan “Transformar Córdoba” se trabajó en base al resultado de una encuesta en la que participaron 100 mil cordobeses y 4.700 instituciones.

“Innovar es hacer extraordinario lo cotidiano, pensar en un ecosistema del aprendizaje, tener una perspectiva más situada, más contextualizada”, definió y destacó que los mejores resultados de Córdoba, en comparación con el promedio nacional, en las pruebas Aprender (siete de cada 10 alumnos logran aprendizajes en primaria y seis de 10 en la secundaria) refuerza el compromiso de intensificar la enseñanza, lo que se tradujo en “ampliar la carga horaria en todas las escuelas y se desarrollaron estrategias particulares en zonas geográficas y en algunas secundarias para atender la diversidad en función de los datos que se tienen”, explicó.

Horacio Ferreyra, Ministro de Educación de Córdoba; Pablo Rivarola, vicerrector de la Universidad Siglo 21; Carla Paparella, coordinadora de  Educación en Cippec y Francisco Lehmann, Belgrano Day School.  (Nicolás Bravo / La Voz)
Horacio Ferreyra, Ministro de Educación de Córdoba; Pablo Rivarola, vicerrector de la Universidad Siglo 21; Carla Paparella, coordinadora de Educación en Cippec y Francisco Lehmann, Belgrano Day School. (Nicolás Bravo / La Voz)

Escalar iniciativas

El programa “Transformar Córdoba” escala por etapas; se desarrolla en tres segmentos y a partir de mediados de año las escuelas que están en la etapa inicial –que refuerza enseñanza de lengua, matemáticas y ciencias de la computación– podrán incorporarse el año próximo a la segunda, para lo cual visitarán a las precursoras. “El avance es gradual y progresivo”, dijo Ferreyra.

Lehmann, en tanto, consideró que “innovar no es usar tecnología” y que ese es un concepto que hay que subrayar. “La tecnología es un motor de la innovación, pero no se trata de cambiar por cambiar. Hay que parar la pelota y darnos cuenta del para qué. Hay que pensar con otros; la educación debe dejar de ser endogámica, hay que abrir el espacio. Los datos son un gran aporte de la última década y hay que usarlos cada vez más para salir de lo intuitivo y pasar a hechos”, analizó.

También recalcó que la “velocidad del cambio” es muy fuerte en un sistema educativo que está en crisis en todo el mundo: “La diversidad es cada vez más amplia y cada vez hay que prestarle más atención, hay que atenderla desde un lugar que no sea el de un sólo sistema para todos, sino pensarlo más flexible, que haya oportunidades diferentes que respondan a intereses distintos. La alfabetización es clave y es de lo primero que hay que ocuparse, pero, en paralelo, hay que sumar flexibilidad”.

Un modelo en esa línea son las microescuelas que hay en algunos países, que explorar la tendencia a una educación “customizada”, en la que los estudiantes encuentran opciones de un aprendizaje a medida, bajo un sistema en el que coexisten diversas modalidades.

Rivarola coincidió en que en un contexto de cuestionamiento de la educación y del trabajo es crucial pensar en el sentido de para qué y por qué se educa: “Hay que ver qué sucede en el entorno, qué hacen las instituciones educativas a la vanguardia, qué hacen los estudiantes, qué no se está haciendo y, en ese terreno, arriesgarse a probar, a desarrollar oportunidades. No podemos hacer lo posible, tenemos que hacer lo excelente, reconocer los problemas y reunirnos para resolverlos”.

En tal sentido, detalló la experiencia de la Universidad Siglo 21, en la que se instrumentaron módulos de preingreso para achicar las brechas entre quienes comienzan el ciclo superior y que, además, son una vía para reducir las tasas de abandono.

También, desde este año, esa institución ofrece una propuesta de presencialidad distribuida. “Es una puesta en escena de la multisincronicidad, con un docente que de forma holográfica está en 11 puntos diferentes del país, puede escuchar y responder en varias aulas al mismo tiempo”, explicó Rivarola.

El objetivo es que todos los estudiantes, sin importar el lugar en el que se encuentren, puedan contar con la misma experiencia de aprendizaje que alguien que está cursando de manera presencial.

A la hora de elegir algunas herramientas claves para repensar la innovación educativa, los especialistas diseñaron una suerte de set de lo que, entienden, no debería faltar.

Paparella ratificó la necesidad de darle más centralidad a los datos, ya que “en todos los niveles, cada vez hay más, y más precisos”.

“Una tarea que puede ser vista como burocrática y que implica un esfuerzo muy grande, pero que es clave para la toma de decisiones”, argumentó la especialista de Cippec.

Ferreyra y Rivarola coincidieron en que no se puede “perder de vista el sentido de para qué se educa”.

El ministro también sostuvo que hay que avanzar en “generar conocimientos que orienten las decisiones en los distintos niveles y contemplar la innovación pedagógica”.

Por su lado, Lehmann hizo hincapié en la urgencia de “desarrollar la autonomía y tener más flexibilidad en el sistema, pero también en las instituciones”.

El panel

Carla Paparella, de Cippec: Desarrollamos sistemas de alerta temprana

Carla Paparella, coordinadora del programa de Educación del Cippec.
Carla Paparella, coordinadora del programa de Educación del Cippec.

En el Cippec estamos poniendo la mirada en el secundario; lo consideramos estratégico porque concentra desafíos agudos. Por un lado, es la etapa donde colapsan las trayectorias educativas y los resultados de las pruebas Aprender son deficientes. Por el otro, es el último nivel por el que pasa la mayoría de la población y sigue teniendo hoy un impacto relevante en el acceso a mejores trabajos. Hay que pensar políticas específicas que den respuestas a los problemas. Un trabajo de Argentinos por la Educación de 2019 mostró que, de quienes iniciaban su escolaridad, 13 de cada 100 la terminaba en el tiempo teórico esperado. El dato marca un punto de partida. Desarrollamos y trabajamos con sistemas de alerta temprana, una política dirigida a prevenir el abandono escolar que se basa en hacer un uso inteligente de la información nominalizada que tiene el sistema.

Horacio Ferreyra, ministro de Educación de Córdoba: Hay que contemplar la innovación pedagógica

Horacio Ferreyra, ministro de Educación de Córdoba. (Nicolás Bravo / La Voz)
Horacio Ferreyra, ministro de Educación de Córdoba. (Nicolás Bravo / La Voz)

El plan Transformar Córdoba es el resultado de una consulta entre 100 mil cordobeses y 4.700 instituciones sobre educación inicial, primaria y secundaria. El programa va escalando por etapas e inició con tres rutas diferentes. La primera es general a todas las escuelas para reforzar conocimiento en lengua y matemáticas. En la segunda participan 202 colegios que hacen un cambio más en profundidad y en el nivel inicial incorporan ciencias de la computación en diferentes formatos; es el mundo digital y por eso avanzamos en conectividad. En la tercera, hay 422 escuelas y todas piensan en un proyecto de innovación en el cuarto año del secundario; aprenden a programar y salen con un bachillerato informático. Con los docentes vamos evaluando las competencias y la capacitación. Hay que contemplar la innovación pedagógica.

Pablo Rivarola, de la US21: Ya tenemos presencialidad distribuida en dos carreras

Pablo Rivarola, vicerrector de Asuntos Académicos de la Universidad Siglo 21. (Nicolás Bravo / La Voz)
Pablo Rivarola, vicerrector de Asuntos Académicos de la Universidad Siglo 21. (Nicolás Bravo / La Voz)

En 2024 creamos una red de escuelas innovadoras, Mil Escuelas, que está en la Argentina, Brasil, Colombia, Barcelona, Chile y Uruguay, con el objetivo de compartir prácticas que tienen resultados positivos. Saber por qué se cambió, qué paso; con una base metodológica. Es hacer un laboratorio de las experiencias, tomar lo bueno de cada caso y evidenciar resultados. Además, en la Universidad pusimos en marcha la presencialidad distribuida, que es la puesta en escena de la multisincronicidad: un docente que de manera holográfica está en 11 sedes distintas del país, escucha y responde en varias aulas al mismo tiempo. Cada una adecuada con micrófonos y cámaras y con un tutor dinamizador. El objetivo es que todos tengan la misma experiencia de aprendizaje que alguien que cursa presencial. Empezamos con fonoaudiología y psicología.

Francisco Lehmann, de Belgrano Day School: Es necesario que la escuela vuelva a gustar

Francisco Lehmann, director de Investigación y Desarrollo en Belgrano Day School
Francisco Lehmann, director de Investigación y Desarrollo en Belgrano Day School

Hay muchísimo por hacer, hay que innovar en el mainstream, dentro del sistema educativo tal cual lo conocemos; ver cómo modificamos lo que existe para que sea mejor. Además, hay muchos modelos alternativos que se inscriben en el concepto de cambiar las formas de hacer las cosas para hacer algo similar. En el mundo hay experiencias de microescuelas que son interesantes y que se aplican tanto en el aprendizaje a nivel primario como secundario. La parte académica formal se aprende a través de inteligencia artificial con una interacción, por ejemplo, de dos horas y el resto del tiempo se trabaja en proyectos que se vinculan con realidad del mundo, de la región. Hay experiencias de rediseño que también apuntan a que la escuela vuelva a gustar, que los alumnos disfruten. Hay que animarse a decirlo: es necesario que vuelva a gustar.