Después de un lapso de tiempo, pero no de sentimiento, volví a encontrarme con mi amigo Juan Osvaldo, quien tiene otra lucecita más que ilumina su vida, el nacimiento de un nieto siempre seguirá siendo de una emoción inexplicable para aquellos que no lo hemos vivido, y Juan volvió a ser abuelo.
Luego de felicitarlo, su historia tuvo que ver directamente con la que venía a contarme, los hijos, el amor, los nietos, la familia, cuando uno por ahí dice, nada mejor que una familia numerosa es la cuna donde el amor se multiplica y renace.
Comentaba Juan, “el amor es un espacio donde no hay lugar para otra cosa que no sea amar”, así dice la canción, y eso lo pudimos comprobar con mis compañeros de siempre, cuando conocimos a Laura, madre desde muy joven, de 12 hijos, abuela de 10 nietos”.
Justo le dije Juan, familia que crece y amor que se multiplica. Me mira y sigue contando “nos habló con tanta ternura de lo difícil que fue criarlos, educarlos y darles de comer, cómo muchas veces ponía los platos para almorzar sabiendo que no tenía nada para darles, se encomendaba a Jesús y por su intermedio a Dios, y le pedía ayuda”.
Sigue: “con los ojos llenos de lágrimas nos contó que siempre aparecía un alma caritativa que les llevaba de comer, no quiso nombrar a nadie para no olvidarse de todos los que los ayudaron, recordó si a varias panaderías de la ciudad que por mucho tiempo les dieron el pan”.
Si de algo sabemos los seres es de seguir a pesar de todo y buscar la manera de reinventarse, sigo atento al relato de Juan: “de una belleza incalculable, lo verde transparente de sus ojos nos dejan ver una mama puro amor y de una inmensa fe en Dios, nos contó cómo cuidó y vio crecer a todos sus hijos e hijas, y hoy de una manera similar a lo que hace con sus plantas, su cable a tierra”.
“Tanto amor tiene para dar, que orgullosa nos mostró el primer durazno de una frondosa planta que ella misma plantó desde semilla y al que cuido con amor como lo hizo, lo hace y lo seguirá haciendo por sus hijos y también ahora por sus nietos”. Finalmente somos el reflejo de lo que hacemos, el fruto de nuestro amor traspada los limites, y “el agradecimiento de Juan es para Laura García de Domínguez, por su tesón, un ejemplo a seguir”.