En el contexto de la baja de casos de COVID-19 en nuestro país, cuatro distritos dejan de utilizar el barbijo como medida sanitaria de forma obligatoria. En ese sentido, Ciudad de Buenos Aires, La Plata, Mendoza y Tierra del Fuego son los lugares que se pliegan a esta medida, mientras que en el resto del país el uso del tapabocas sigue siendo obligatorio.
La idea se sostiene a partir del avance de la vacunación, además del menor impacto del coronavirus en la población. Esto se analiza en contraposición al impacto psicosocial que acarrea el uso del barbijo, además de la dificultad en la comunicación de los más chicos.
El barbijo: ¿una barrera para el aprendizaje?
Así lo sostienen psicopedagogos, psicólogos, además de docentes y también los padres. Consideran que el uso del barbijo dificulta la expresión, y da lugar a su vez, a malos entendidos.
Sumado a esto, la priorización del aprendizaje, el factor psicosocial y también comunicacional juega un rol crucial en el uso o no del tapabocas, y ante la baja de ocho semanas de casos de coronavirus, muchos ven en su uso un aspecto negativo.
Al mismo tiempo, si se tiene en cuenta lo mencionado por expertos en fonoaudiología, las complicaciones que se dan en la comunicación verbal pueden generar dificultades notables tanto en alumnos como en docentes.
Lo que se plantea, en definitiva, no es su erradicación completa, sino que se vuelva optativo su uso, según la voluntad de cada padre y madre o tutor, además del propio niño o niña.
La palabra de UNICEF sobre el uso del barbijo
Luisa Brumana, referente en Argentina de UNICEF, se refirió al tema diciendo: “UNICEF asesoró a los Ministerios de Salud y de Educación, a través de sus consejos federales, en la elaboración de los protocolos para la vuelta segura a clases”.
Y recordó: “El uso o no del barbijo a nivel escolar es algo que a nivel mundial se está discutiendo, donde nosotros con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) aportamos la experiencia de los países que pueden decirnos con información certera qué está funcionando mejor”.
Para luego asegurar: “Al momento que se definieron los protocolos, éstos salieron con esta definición del barbijo a partir de los seis años y no en los más pequeños donde esta problemática de comunicación es más aguda”.
Y finalmente, terminó aseverando: “El objetivo común y lo conversado en los consejos es poder medir los riesgos e ir disminuyendo las restricciones a medida que se pueda, cuando la contraparte de seguridad esté garantizada. En esto está el mundo y desde UNICEF aportamos la información para una mejor toma de decisión”.