La Boleta Única de Papel no es algo novedoso, sino que ya tiene más de un siglo y medio de existencia. Se comenzó a utilizar en las elecciones australianas de 1858, cuando aquel gobierno quiso modificar la forma de votar y garantizar así que el sufragio sea secreto.
Ante esta realidad, la Boleta Única en Papel surge como una de las herramientas más extendidas y seguras en el mundo por su garantía para evitar la manipulación electoral.
Lo cierto es que con el paso del tiempo, las modificaciones a ella han sido varias, incluso muchas democracias instaurando votaciones a través de una pantalla en máquinas, y otras tantas opciones.
Argentina no utiliza la Boleta Única en Papel
Junto a Uruguay, Argentina es de los países de Latinoamérica que no utilizan este sistema tan difundido en el resto del mundo.
Entonces, tanto nuestro país como Uruguay, continúan realizando sus comicios a través de la Boleta Múltiple, donde cada partido imprime sus boletas con los nombres de los candidatos.
La diferencia es que con la Boleta Única, el organismo electoral imprime boletas con todas las opciones para cada cargo categoría. Así, el votante recibe una boleta, la marca, la pliega y luego la coloca en una urna.
Reforma electoral en Argentina
Tras esta realidad, en los próximos días el Congreso Nacional podría comenzar a formular una reforma electoral que incluiría a la Boleta Única de Papel, con vistas a las elecciones presidenciales de 2023.
Alan Clutterbuck, presidente de la Fundación RAP (Red de Acción Política) es uno de los impulsores de este proyecto y afirma: “Solo 16 países del mundo siguen sin incorporar el sistema de Boleta Única”.
Para luego explayar su idea: “La Boleta Única de Papel tiene cuatro grandes beneficios. En primer lugar, te garantiza el derecho a votar, ya que siempre vamos a poder elegir a la persona o al partido que queramos, por más chiquito que sea; nunca más vamos a volver a escuchar que faltan boletas en el cuarto oscuro. Segundo, garantiza el derecho a ser elegido: brinda equidad y posibilita que partidos grandes y chicos puedan competir de una forma mucho más transparente y justa. Tercero, es más económico, ya que reduce la necesidad de imprimir varios padrones electorales. Y cuarto, es más sustentable y ayuda a reducir la huella de carbono al disminuir sustancialmente el uso de papel”.