El presidente, Alberto Fernández, se exculpó por la alta inflación que impacta en la Argentina al remarcar que es un “problema estructural” de “décadas”, aunque admitió que no se puede continuar con políticas que generen déficit fiscal.
“Todos sabemos bien que la inflación constituye un problema estructural de la Argentina que se remonta a décadas”, afirmó el jefe de Estado en su discurso ante la Asamblea Legislativa que abrió las sesiones ordinarias del Congreso Nacional.
En todo momento, el Presidente tomó distancia de la responsabilidad que le cabe por la incesante suba de precios y no anunció ninguna medida para frenar la escalada que se proyecta por encima de 100% para 2023.
Pese al contexto adverso, el Presidente agradeció y destacó la labor del actual ministro de Economía, Sergio Massa, al frente de la cartera.
En tono general y sin dar detalles sobre próximos pasos, Fernández enfatizó que su gobierno está “abocado a reducirla”, pero sin “aumentar los niveles de pobreza” o “frenando el proceso de crecimiento”.
“No resulta una tarea sencilla”, sentenció.
Fernández recordó que asumió en 2019 “en un contexto signado por la inflación”. En ese año la variación de precios fue de 50%, contra el 94,8% que resultó en 2022.
“La alta inflación que todos sufrimos es un factor central de desorganización de nuestra economía”, recalcó el presidente y apuntó a la coalición opositora: “Quienes minimizaron el problema acabaron por profundizarlo. Que quede claro”.
Para alejar más de su órbita el problema de la suba de precios, puso la lupa sobre la invasión de Rusia a Ucrania y el costo en materia energética que tuvo el país en 2022.
“Una de las causas de la inflación, la Argentina gastó en el 2022 U$S 5.000 millones de dólares más en energía producto de los precios disparados por la guerra. Lo hicimos porque no estábamos dispuestos a frenar la producción y el crecimiento”, remarcó.
Respecto del rumbo económico, el Presidente defendió el equilibrio fiscal y la política de administración de reservas como los principales ejes.
“No necesitamos al FMI para saber que debemos lograr el equilibrio fiscal. No podemos persistir con políticas que generan déficit en nuestras cuentas públicas”, indicó el jefe de Estado.
El Presidente enfatizó que “aunque no sea factible alcanzar ese objetivo de la noche a la mañana, el equilibrio fiscal debe ser nuestro horizonte”.
Fernández hizo referencia a la importancia del saneamiento de las cuentas públicas luego que el Congreso Nacional aprobará una ley de moratoria previsional que la oposición rechazó argumentando sobre su falta de sostenibilidad fiscal.
“Tampoco necesitamos al FMI para saber que la Argentina debe aumentar sus exportaciones. Si no generamos divisas no vamos a poder sostener nuestra actividad económica y eso va a significar menos trabajo y salarios más bajos. Cuidar el valor de la divisa es fundamental para seguir el camino del crecimiento”, subrayó el primer mandatario.
De esta forma, aseguró la continuidad de la política de administración de dólares, divisas a partir del control de importaciones y el cepo cambiario.
Apelando a la situación financiera, también fustigó a la oposición: “A menudo escuchamos a los que anuncian crisis financieras y devaluaciones bruscas. Intentan sembrar incertidumbre y generar desconfianza. Quienes hicieron estallar la economía argentina hace apenas tres años, son los mismos que ahora anuncian que una bomba explotará en el futuro”.
En otro tramo, Fernández sembró dudas sobre la fecha de finalización del gasoducto Néstor Kirchner, cuya puesta en funcionamiento es fundamental para aliviar la cuenta energética.
El Gobierno ya presupuestó un ahorro de U$S 2.000 millones que no está garantizado.
El Presidente dijo que estará listo “para mediados de año” borroneando la fecha del 20 de junio que había sido presentada como la fecha icónica de la obra.