No se conocen entre sí y quizá nunca lleguen a hacerlo, pero sus caminos laborales están unidos por la misma pasión: los aviones. Cada una en distintas funciones, pero todas con un mismo objetivo: que los millones de pasajeros que viajan cada año tengan un vuelo placentero y sin ningún tipo de complicaciones.
Ginette Long tiene 32 años, es cordobesa y desde hace 14 trabaja en Fadea. Es mecánica de mantenimiento de aeronaves y en la actualidad, la única inspectora de calidad certificada; la responsable de que un avión esté en óptimas condiciones para volar.
Maria Florencia Lacabanne ocupa el puesto de comandante en Flybondi, tiene 44 años y entre sus responsabilidades está la gestión operativa del vuelo. En la misma compañía, Monika Piwowarczyk es Chief Operating Officer. Ella es responsable de todo el área de Operaciones: pilotos, tripulaciones, mantenimiento, aeropuertos y atención al cliente.
Tres mujeres que se propusieron cumplir con lo que habían soñado de pequeñas y que se insertaron en un mundo que, todavía hoy, sigue siendo mayoritariamente masculino. Cada una con mayores o menores dificultades, pero comprometidas con su tarea.
"Cuando llegué a este puesto a muchos no les gustó, pero bueno es mi función y la tienen que aceptar. No te voy a decir que al principio no costó pero se fue asumiendo que éste era mi rol y que ellos tenían otro, siempre en el marco del respeto", indica a Vía Córdoba Ginette Long, quien recibió capacitación teórica en Fadea y al conseguir uno de los mejores siete promedios, viajó a Abu Dhabi para completar con la práctica.
Es ella quien tiene bajo su órbita todo lo que tiene que ver con el control de calidad en el mantenimiento de aviones y con la afectación de seguridad del vuelo. Long revisa que las tareas se hagan bajo el procedimiento específico y con la responsabilidad que implica que un avión cumpla con las normativas de seguridad.
Una vez que la aeronave está en el aeropuerto, son otros los protagonistas en cada vuelo. Como Florencia, quien desde hace siete meses es comandante en Flybondi, pero en su foja de servicios cuenta con 12 años de piloto en Aerolineas Argentinas, seis en Qatar Airways y uno en la low cost.
"En mi caso, no creo que la condición de mujer haya hecho las cosas más fáciles o más difíciles. Creo que es muy importante tener en claro la vocación, lo que uno quiere hacer en la vida de su profesión. Teniendo esto en claro, se moviliza el deseo y la motivación. porque el camino, como en cualquier profesión no es fácil, hay que tener constancia, hay que estudiar, está el aspecto económico de las horas de vuelo, en fin", dice María Florencia Lacabanne, quien según el día le pueden tocar uno o dos vuelos por jornada.
Y agrega: "En las líneas aéreas se valora mucho la función y la experiencia. La función de Comandante te la otorga y te la valida una línea aérea. La experiencia es tu trayectoria profesional. También te diferencia el uniforme, si vamos a lo visual. A pesar de que cada miembro de la tripulación tiene una función específica, todos necesitamos de todos para hacer un vuelo seguro y eficiente. Esto se llama sinergia".
Para que el "ciclo aéreo" se complete es necesaria una tercera pata. Tal vez, esa sea la que tiene bajo su responsabilidad Monika Piwowarczyk, la encargada de todo el área de operaciones de Flybondi.
"Si bien la situación de las mujeres en los puestos ejecutivos en los últimos años han mejorado, el proceso aún sigue siendo lento y la gran mayoría de posiciones son ocupadas por hombres", cuenta Piwowarczyk, quien desde hace 15 años trabaja en la industria aeronáutica; primero en diferentes países de Europa y ahora en Argentina.
Y sigue: "Personalmente, me gustaría ver más mujeres en posiciones altas. No porque considere que hacen el trabajo mejor que los hombres, sino porque tenemos una visión distinta y una perspectiva más amplia, añadiendo valor".
Volar, un sueño hecho realidad
Desde hace 14 años Ginette Long trabaja en la Fábrica Argentina de Aviones. Ingresó al finalizar la escuela secundaria (estudió en una escuela técnica en la guarnición aérea Córdoba), que cursó en el Ipem 251 (hoy Ipet). Empezó como mecánica de equipos radioeléctricos. En 2014 aplicó para el puesto de inspección y lo consiguió. Pero trae desde pequeña su amor por los aviones.
"Desde chiquita, vivía en Los Plátanos, tenía la escuela de aviación cerca, entonces, veía pasar los aviones y quería ser piloto. Cuando me egresé del colegio pude hacer el curso de piloto, pero por cuestiones económicas no pude continuar. Siempre quise volar y ésta fue una forma de llegar", relata Ginette, quien conoció en Fadea a Lucas, su esposo, con quien tiene dos hijos: Leonardo de cinco años y Lourdes, de un año y cuatro meses.
Y continúa: "Para que la gente entienda esto es como un taller de aviones. Estar acá y vivirlo es diferente, no te sé decir que es lo que te apasiona, pero es todo".
María Florencia también cumplió su sueño. Y aunque hace tiempo parecía una locura, hoy es una realidad. "Hoy en día cuando decís quiero ser piloto (siendo mujer) la gente se sorprende mucho menos que hace 30 años atrás. Cuando yo tenía 12 años ya sabía que quería ser piloto de una línea aérea. Y la gente me decía 'qué locura'. En mi caso, como nunca me pareció una locura, no me afectó. Creo que el esfuerzo personal, el empeño, la constancia, el amor a la profesión y el apoyo de tu familia es fundamental", reflexiona.
Long dejó atrás el sueño de ser piloto por una realidad que le está permitiendo crecer y sentar precedentes en el mundo de la aeronavegación. Tal es el crecimiento laboral que ni siquiera ella sabe cuál es el techo.
"Cuando hice el curso en Abu Dhabi, el instructor me preguntó cuál era el techo y yo le respondí: 'poner en marcha el Airbus', pero ahora ya lo puedo hacer, entonces no sé cuál sería el límite. Quiero tratar de seguir en lo mío, no salirme de los aviones porque no me veo en otro puesto. Seguir con las inspecciones, la puesta en marcha, quizá incrementar otro sistema de armas (otro tipo de aviones), incrementar la flota", cuenta.
Y cierra con emoción: "Con el equipo de trabajo nunca nos apresuramos, cuando el avión despega recién ahí decimos está todo bien. Después del seguimiento, cuando llega al punto de destino y nos informan que lo hizo sin novedades, esa es la satisfacción más grande".