En una dura carta a la sociedad, un grupo de obispos cordobeses pertenecientes a la Iglesia Católica se pronunció respecto de la ley de despenalización del aborto que está pronta a discutirse en el Senado nacional.
"Creemos que una democracia que no respete toda vida humana se convierte visible o encubiertamente en dictadura de los que ostentan más poder porque cuando no se respeta la vida del más débil la libertad se convierte en ocasión de dominio y arbitrariedad".
Este es uno de los párrafos más duros de este comunicado emitido por los prelados cordobeses.
La carta completa
"Hoy vivimos en democracia. Podemos así expresarnos con libertad, e incluso peticionar a nuestros gobernantes para que tengan en cuenta los legítimos puntos de vista de los ciudadanos. Los que profesamos la fe católica, como la mayoría de los argentinos, queremos la justicia, la paz, el bien común, una vida plena y digna para todos".
"Los obispos de las seis diócesis presentes en el territorio cordobés, sentimos el deber de expresarnos acerca de la propuesta de los senadores de nuestra provincia sobre la ley de interrupción voluntaria del embarazo. A nadie se le oculta la importancia, complejidad y gravedad de la materia sobre la que están legislando: la dignidad de la vida, tanto del ser humano en gestación como de la madre gestante".
"Reconocemos, ante todo, la oportunidad de incluir expresamente la objeción de conciencia institucional. Insólitamente, la ley con media sanción, mientras admite, aun con incomprensibles restricciones, la objeción individual, prohíbe taxativamente la objeción institucional. Creemos que la propuesta de los senadores cordobeses es un aporte importante en esta delicada materia, pero resulta insuficiente".
"Nos parecería desacertado el voto de los senadores aprobando el proyecto. Es más, consideramos que no expresa ni el sentir de muchos cordobeses, ni el rico cimiento jurídico a favor de la vida de nuestra Constitución Provincial".
"Les compartimos que nuestra oposición al aborto no surge, en primer término, de un dogma o de razones puramente religiosas. La defensa y cuidado de la vida por parte de todos y del estado es cuestión de humanismo y racionalidad más allá de las creencias religiosas personales de cada uno".
"El contexto hace que llegue tarde y no resuelva el tema de fondo, en sus dos vertientes: en primer lugar, cómo acompañar el drama de las mujeres que han sufrido violencia o abandono, y que viven un embarazo no querido; en segundo lugar, y es lo más decisivo, cómo legitimar la injustificable muerte de un inocente".
"Cabe también recordar aquí la clara y abundante enseñanza de San Juan Pablo II en su carta Evangelium vitae (Evangelio de la vida) a la que podríamos acudir para seguir profundizando. Allí nos decía al comienzo que "Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia humana y la misma comunidad política" (Evangelium vitae 2)".
"Es cierto que en muchas ocasiones la opción del aborto tiene para la madre un carácter dramático y doloroso. La decisión de deshacerse del fruto de la concepción no se toma por razones puramente egoístas o de conveniencia. Se buscaría, con esa grave decisión, preservar algunos bienes importantes… Sin embargo, estas y otras razones semejantes, aun siendo graves y dramáticas, 'jamás pueden justificar la eliminación deliberada de un ser humano inocente' (Evangelium vitae 58)".
"Agradecemos a todos los que se han animado a expresar respetuosamente en este tiempo, incluidos legisladores provinciales, hombres y mujeres públicos que vale toda vida".
"Hasta aquí nuestro aporte. Como creyentes, invocamos a Jesucristo, el Señor de la historia, implorando las luces necesarias para los legisladores de la nación y todos los que tienen que tomar estas decisiones tan importantes para la vida y futuro de los argentinos y cordobeses".
El documento fue firmado por los obispos Carlos Ñáñez, Adolfo Uriona, Sergio Buenaventura, Samuel Jofre, Ricardo Araya, Gustavo Zurbriggen, Ricardo Seirutti y Pedro Torres.