Cuando parecía que la dirigencia de Belgrano, con Armando Pérez incluido, había atinado al elegir a Pablo Lavallén como DT y se esforzó por retenerlo, el abrupto cierre que pudo el técnico a la relación la deja, al menos, descolocada y desairada.
A Jorge Franceschi y sus pares no puede tomarlos por sorpresa la determinación de Lavallén, porque el técnico había dado más que indicios sobre su posible salida de Alberdi.
"Teníamos que hablar la semana que viene. No lo esperábamos así, de este modo. Le pedí que lo pensara, que respondiera mañana, y no aceptó. Cuando llegó nadie creía en él", resumió la situación Franceschi.
Querían que Lavallén se quedara y el propio técnico destacó que le ofrecieron pagarle el doble de su sueldo. La conformación del plantel para lo que viene, con una temporada a brazo partido para conservar la categoría, y perder jugadores calve como Cristian Lema y, quizá Federico Lértora (las versiones dan cuenta que manejan ofertas por demás tentadores), precipitaron el adiós del DT.
La confusa despedida de Sebastián Méndez, otro técnico que en su momento parecía el ideal para Belgrano, es un antecedente muy cercano y emparentado con lo que ocurrió con Lavallén. Pero Belgrano no dispone de tiempo para charlas de diván. Debe encontrar rápido quien tome el timón.
Diego Osella estuvo muy cerca de asumir, antes que Pérez inclinara la balanza por Lavallén. En esa lista también estaba Juan Manuel Azconzábal. Y resurgió el nombre de Ricardo Zielinski como posible candidato. A Pérez también le gusta como trabaja Lucas Bernardi (cesanteado en Estudiantes).
Resultó significativo como Matías Suárez, sobre todo, como así también Lema, Lértora y Jorge Ortíz ponderaron y defendieron el trabajo de Lavallén y su idea futbolística, que fue presentada como la piedra de la discordia.
Belgrano deberá reponerse rápido de otra ruptura shockeante, y por experiencia ahora también sabe que la ecuación no se resuelve con un acierto inicial.
