Por Fabricio Esperanza.
Para determinar la dificultad de un laburo se puede tener en cuenta un gran abanico de parámetros. Claro que si en un trabajo la rutina consiste es arriesgar la vida propia para salvar la de otro, no hace falta buscar más argumentos.
La belleza y tranquilidad que generalmente ofrecen las montañas, lagos y ríos cordobeses, tienen una contracara de furia y estruendo cuando las lluvias generan torrentes imparables y repentinos, cuando se dan nevadas traicioneras o cuando las sierras provocan desorientaciones peligrosas.
Cada vez que eso ocurre, y alguna persona queda a merced del enojo de la naturaleza, los integrantes del Cuerpo Especial de Policía (CEP) entran en acción. Con 41 años, el comisario Andrés Brunori es quien por estos días está a cargo de un grupo de 25 efectivos especialmente preparados que tienen sede en Carlos Paz, y que el jueves pasado cumplió nada menos que 39 años de servicio.
–¿Qué es el CEP y qué hacen sus integrantes?
–Es una División que depende de la Dirección de Bomberos, encargada del rescate de alto riesgo en zonas agrestes, espejos de agua y ríos de Córdoba, además de tareas preventivas en esas zonas. Entre las tareas que realizamos están el rastreo y la búsqueda de personas, rescates en los ríos con creciente, salvatajes en los lagos y montañas y control de las actividades náuticas. También coordinamos algo muy importante que es el Sistema de Alerta Temprana de Crecidas.
–¿Y cómo funciona ese sistema?
–Funciona a través de mediciones de caudal de lluvia por sensores, y con esos datos se hacen cálculos que permiten prever lo que va a suceder aguas abajo con tiempo suficiente para alertar a las personas. Se diagraman operativos de forma conjunta con Defensa Civil y Bomberos.
–Tienen sede en Villa Carlos Paz. ¿Qué pasa si los requieren en otro lugar más distante?
–A través de la Dirección de Bomberos, nosotros somos comisionados donde hagamos falta, en cualquier lugar de Córdoba.
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–¿En qué casos específicos actúan?
–Los hechos que habitualmente suceden son las búsquedas de gente extraviada en zonas de montaña, los rescates de personas que quedaron a merced de las crecientes repentinas de ríos o arroyos serranos, y también acudir a las Altas Cumbres cuando por distintos motivos quedan vehículos varados en sitios de difícil acceso, generalmente por nevadas.
–¿Qué tipo de entrenamiento recibe un efectivo del CEP?
–Tenemos niveles de capacitación provincial, nacional e internacional. Con la Dirección de Bomberos, asistimos al Curso de Unidades de Alto Riesgo, y hay una estricta evaluación física, intelectual y psicológica. Hay que tener en cuenta que actividades como el buceo o la escalada requieren de un nivel de concentración y precisión muy altos, porque se utilizan para rescate. El vértigo o la claustrofobia serían fatales en ciertos casos.
–¿Algunas historias para contar?
–Dentro de las especialidades están las operaciones en altura, en nuestro caso en los paredones de diques o en el emblemático embudo del San Roque, sobre el que se dicen muchas cosas, como que tiene paletas o máquinas adentro, y en realidad es un tubo con cierto diámetro para evacuación del agua. En ocasiones hacemos ingresar a los efectivos con arnés y soga para que estén preparados a ese tipo de lugares y situaciones. Pero lo que más recordamos son los momentos de alegría, por ejemplo cuando rescatamos a una persona y la entregamos a salvo a su familia. En mi caso, nunca me olvido cuando me tocó realizar un salvamento muy complicado a un niñito en medio de la crecida del río Los Chorrillos: la forma en que se aferró cuando logré llegar y la cara de alegría y alivio del papá son cosas que no se borran.
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–¿Cuántos rescates lleva sobre la espalda?
–Desde 2009 realizamos un control de gestión, y a partir de ahí contabilizo en mi caso particular la participación en 239 operativos.
–¿Les tocó lamentar la pérdida de un integrante realizando servicio?
–Tenemos el orgullo de no haber sufrido nunca, en 39 años, una fatalidad con un miembro del CEP. Pero también somos conscientes de que esta tarea implica un riesgo, que por supuesto asumimos con orgullo.