Por Gonzalo Toledo
José Heinz tiene un nuevo libro y lo presentará este miércoles, a las 19.30, en el Cabildo de la Ciudad, con la entrada libre y gratuita, en el marco de las muestras “Play the Game, 40 años de videojuegos” y “Nikola Tesla. Inventor del siglo XXI", organizadas por la Municipalidad de Córdoba y Fundación Telefónica Argentina, en exhibición actual.
Se trata de ¿Olvidaste tu contraseña? Apuntes sobre la cultura digital, ensayo en los que el autor busca sacar hilos de la madeja de la naciente era de Internet, que estamos recién comenzando a recorrer y que no sabemos dónde nos llevará.
Conversamos con Heinz.
-¿Cuando eras chico, imaginabas que iba a llegar un día que ibas tener un teléfono con el que además de hablar ibas a poder sacar fotos y todas esas cosas que hacen los teléfonos de hoy en día?
-Creo que el smartphone, tal como lo conocemos y usamos hoy, era algo relativamente predecible si tenemos en cuenta los avances en tecnología en los últimos 20 años, sea por el consumo de noticias o por las películas de ciencia ficción. Quiero decir: un aparato pequeño que incluyera opciones como la videollamada, la cámara de fotos o los juegos portátiles se veía venir, sólo era cuestión de que fuera una tecnología accesible, a nivel económico, para buena parte de la sociedad. Ahora bien, lo que no imaginé en aquel momento, y diría que me sigue sorprendiendo al día de hoy, es cómo un aparato así afectó nuestros hábitos. Costumbres como el consumo de entretenimiento o nuestra manera de relacionarnos con las personas han sufrido cambios radicales a raíz de internet en general y los celulares en particular. Esas consecuencias sociales son lo que más me sorprenden de esta era hiperconectada.
-Y sobre los chicos de hoy ¿tienen otro concepto de "intimidad" distinto al que tenemos nosotros? Las redes abren esa posibilidad de mostrar cosas que antes se mantenían más ocultas.
-Sin lugar a dudas. La noción de lo público y lo privado se vio profundamente alterado con internet y las redes sociales, en un nivel en el que la mayoría de nosotros no tiene real dimensión. No lo digo yo, hay muchos estudios serios que van en esa dirección. El hecho de que los llamados nativos digitales hayan crecido en un entorno con internet como un bien básico, accesible y omnipresente, les provee costumbres nuevas. Eso incluye una moral, por supuesto, que muchas veces va reñida con generaciones anteriores. La de sus padres o abuelos, por ejemplo.
-¿La computadora desktop es un artefacto que se está volviendo obsoleto? Pienso que hoy sólo las emplean los que la necesitan para tareas específicas como escribir, diseñar o editar video, imagen, audio.
-Al igual que otros artefactos y otros usos y costumbres alterados por las nuevas tecnologías, la computadora de escritorio ha sufrido una baja en su uso bastante considerable. Y pienso igual que vos: hoy se la utiliza para fines muy específicos que un teléfono, al menos de momento, no contempla. Pero no deberíamos olvidar que, mientras más restrictiva sea nuestra herramienta para navegar, más superficial será nuestro consumo de la web. Por eso no me atrevería a calificar de obsoleta a la PC. Más bien diría que tiene un nicho específico de consumo.
-¿Qué pasaría si hubiera un apagón tal que no podés ni prender una lamparita?
-Bueno, internet, al igual que el agua o el gas, es un servicio pago y, como tal, tiene posibilidades de no ser provisto. Es difícil imaginar una sociedad moderna sin acceso a la luz (o internet), pero es algo perfectamente posible. No sé qué pasaría, pero al menos deberíamos estudiar qué asuntos cotidianos nos resultan imprescindibles a causa de internet, y a partir de allí ver qué se puede hacer. Voy con un ejemplo relacionado con la luz eléctrica: sin ella, no funcionaría la heladera. Bien: en ese caso hay que resolver cómo mantener los alimentos frescos. Sin internet, ¿cómo cambiaría nuestro ecosistema cotidiano? Parece un disparador de ciencia ficción, pero no vendría mal preguntárnoslo de vez en cuando, para ver dónde estamos parados.
José Heinz es periodista y crítico de música. Actualmente trabaja en el diario La Voz del Interior. Este es su segundo libro y se consigue en Lado B (Tucumán 105), Rubén Libros y El Espejo (ambas en Deán Funes 163).