Sus palabras dejan huellas, hacen reflexionar, invitan a disfrutar de cada una de sus frases tanto como cuando se movían en una cancha de básquet. Tres ex jugadores que forman parte de la historia de este deporte en Argentina y un entrenador que lideró los grupos de los que formaron parte.
Fabricio Oberto y Andrés Nocioni, integrantes de la Generación Dorada (GD), Marcelo Milanesio y Rubén Magnano son un claro ejemplo de que con trabajo y pasión los sueños pueden cumplirse. Pero también, de que potenciar el talento del otro es parte del día a día.
"Nosotros hemos sido un poco embajadores de este deporte, de esta Generación Dorada y creo que eso conlleva también transmitirle a los niños todo lo que hemos hecho dentro y fuera de la cancha. Toda oportunidad que se presenta para poder interactuar con ellos es muy importante para el básquetbol argentino", arranca el Chapu, quien pasó por Córdoba para acompañar a Rubén Magnano en su Campus 2019.
Y agrega: "Tenemos el deber de que los niños sientan ese sentimiento de afinidad con nosotros y se acerquen a un deporte tan bonito como es el básquetbol".
Los cuatro tienen en claro que son grandes referentes del deporte y aprovechan cada oportunidad que tienen para transmitir sus experiencias, entre ellas, esa actitud de entrega para y por el equipo. En una sociedad cada vez más individualista, a priori, el concepto suena raro. "El altruismo para jugar no es sencillo. Felizmente (y soy un agradecido por eso), me ha tocado vivir equipos, grupos de personas que entendieron lo que significa 'Sentir el placer de hacer más grande al otro'. Y no es una clase teórica en la que decís: muchachos vamos a jugar solidariamente", relata Magnano.
Y continúa: "Cuando te pusiste a 200 pulsaciones te sale la naturaleza propia del individuo y es ahí, en esas actitudes, cuando ves lo que realmente son. Y ellos, a 200 pulsaciones, demostraban que querían hacer más grande al otro. Eso es un trabajo diario, el de hacer saber que el talento compartido es lo que te puede llevar cerca de lo que te propones y si no lo llegas a lograr, te lo pone al alcance de la mano".
Cada uno entendiendo su rol y aportando a un grupo con hambre de gloria, así fue la Generación Dorada que tuvo como entrenador a Rubén. Un equipo que supo respetar las necesidades y obligaciones de cada integrante, pero con un objetivo en común. Y Chapu lo pone en palabras: "Uno intenta hacerles entender a los chicos que dentro de la GD hubo grandes individualidades, grandes egos, grandes personalidades, pero que todos antepusieron al equipo, al grupo y a la filosofía de tratar de conseguir éxitos u objetivos. Creo que eso fue lo más importante que generamos".
Y sigue: "Podíamos tener nuestras diferencias, nuestras ambiciones individuales pero a la hora de estar juntos, de trabajar juntos, conseguimos una dinámica, un núcleo, un grupo que trascendió más allá de todos los éxitos, de todos los títulos y eso fue lo más importante que hicimos".
Marcelo Milanesio y Fabricio Oberto coinciden con Nocioni en que esas experiencias deben transmitirse, que deben aprovecharse todos los espacios en los que se pueden compartir las vivencias de quienes abrieron el camino. "Es importante porque siempre hay que tener la mentalidad de devolver todo ese cariño que nos dan", dice Fabricio.
Y concluye Marcelo Milanesio: "Hay que transmitirles a los chicos como nos hicimos, como crecimos, como logramos las cosas en nuestra carrera. Hoy, cuando queremos ver cómo entrena un jugador, tenemos la suerte que en internet encontramos casi todo. Pero hay una cosa que no sé donde se consigue y es el fundamento de las ganas. Las ganas de jugar, de progresar, de entrenar, de ser mejor, ganas de dejar todo. Yo quiero encontrar chicos con ganas".