Liliana está pasando uno de los peores momentos de su vida. Suecede que su madre, Susana del Valle Sosa (66), fue asesinada a golpes y el principal sospechoso Miguel Nicolás Garay (28) es su ex pareja. Sí, el mismo que muchas veces la golpeó también a ella y quién la hizo padecer un calvario durante mucho tiempo.
Moneda corriente en estas historias, la justicia llega tarde o nunca llega. Liliana contó que mucho antes del hecho que terminó con la vida de su mamá, ella se había animado a denunciar a Garay. Pero claro, no le tomaron la denuncia porque no estaba golpeada. No había pruebas. La situación de violencia siguió, y como siempre también escaló en su intensidad.
El domingo pasado, su ex pareja se presentó en la casa de su madre a las 3 de la madrugada. Los vecinos lo escucharon; la llamaba a gritos, con una violencia que alertaba, para que saliera. Melina, la vecina de la casa lindante, le pedía a Liliana que no saliera, que se quede adentro. Intentaba protegerla, sin saber que el violento desborda de cualquier modo. El objetivo era dañar a Liliana, no importa si era en su autoestima, en las cosas que le agradan, en su cuerpo o en las personas que más quiere, lo que importa, en estos casos, es que a la víctima le quede claro quien ejerce el poder.
La violencia de género es un proceso que, según explican los especialistas, funciona como un espiral ascendente en donde la vara va subiendo de tono, y el agresor necesita asegurarse de que su víctima no va a salirse del círculo.
Así fue en el caso de Garay contra Liliana. Y el mismo domingo otra vez, cansada y asustada por el comportamiento de su ex pareja, decidió dirigirse, otra vez, a la unidad judicial. “Cuando volví de hacer la denuncia, la puerta de la casa de mi mamá estaba cerrada y pensé que estaba acostada durmiendo. En un momento escuché la puerta de la casa, creí que se había trabado y cuando salgo lo veo de frente a él. Me agarra, me pega, trato de defenderme, salto la reja, caigo y me quiebro. Él se fue caminando como si nada”, contó la mujer.