Villa Carlos Paz es actualmente una reconocida y distinguida ciudad turística, fundada formalmente en 1913, cuando don Carlos Nicandro Paz, encomendó su trazado al ingeniero Vázquez González para luego vender algunos de sus lotes a los primeros propietarios de esta ciudad.
Pese al paulatino avance en las construcciones, en los servicios y en el correo postal, allá por el 1950 aún predominaba el campo y los pastizales, en una ciudad en donde muchos llegaban de paseo y se quedaban fascinados con cada uno de sus rincones serranos.
Con el correr de los años, cada trozo de tierra se fue transformando en calles asfaltadas, casas tejadas, edificios y con mejores servicios públicos, que fueron formándola como una inminente y próspera ciudad, habitada, sobre todo, por visitantes de diferentes puntos del país que un día, llegaron para quedarse.
Pero Carlos Paz en sus principios fue habitada a por pueblos originarios, por los Comechingones que dejaron su impronta y enseñanzas, costumbres que se fueron disipando con el tiempo pero que fueron y son revalorizados en cada paseo que en nuestra propia ciudad podemos realizar.
Es el caso del Parque Estancia La Quinta, uno de los sitios en donde la historia, las reliquias únicas y sus costumbres, son vistos por miles de personas durante todo el año, en donde lugareños y visitantes, se sumergen en las raíces de nuestro pueblo.
Pero también tenemos las danzas folklóricas, el tango, y los concurridos desfiles gauchos con eventos culturales que año tras año prevalecen como símbolo de una tradición que perdura y que enaltecen su magia, su estilo, y le otorgan un valor que no desvanece pese al correr de los tiempos y el avasallador avance tecnológico.
Y los infaltables de siempre: el mate, los clásicos pastelitos, los churros, los panes caseros, las deliciosas tortillas de grasa, y hasta los pochoclos y los pralinés en las típicas esquinas céntricas de Carlos Paz.
Además de las empanadas criollas y el tazón de chocolate caliente en cada fecha Patria, también forman parte de esos hábitos que son propios pero que tienen historia y que fueron adquiridos década tras década, siglo tras siglo.
Cada uno de estas usanzas, son sólo algunos de los ritos que pese a estar en el siglo XXI, continúan generando adeptos y formando parte de este acervo de conocimientos y buenas costumbres de un pueblo que creció a pasos agigantados pero que conserva con orgullo, un sinfín de tradiciones.