Cambios estacionales en la calidad nutritiva del forraje de las principales especies forrajeras perennes templadas
El incremento en la producción de forraje, la resistencia a enfermedades y plagas y la mejora en la persistencia fueron en forma tradicional los objetivos principales en los programas de mejoramiento genético de las especies forrajeras perennes templadas. Asimismo, fueron estudiados los modelos de distribución estacional del rendimiento de diferentes cultivares (cv). Si bien se dispone de información sobre el valor nutritivo del forraje a nivel internacional, no ocurre lo mismo en la región, donde los datos disponibles son escasos y de tipo puntual. No se cuenta con un seguimiento continuo a través del año y mucho menos de todos los componentes responsables que afectan el valor como alimento de las distintas forrajeras. Estos cambios se describen, en general, en base a la digestibilidad de la materia seca (DMS), variable que se usa como referencia para estimar la energía metabolizable (EM) del forraje. La energía digestible (ED) es la energía bruta del alimento menos la contenida en las heces. La EM = ED menos las pérdidas a través de la orina, metano (CH4) y dióxido de carbono (CO2). Esta medida de energía es la más significativa del alimento, ya que representa a la energía que al final queda disponible para el animal. La EM se destina a mantenimiento del animal más la energía neta (EN) que es la que se usa en la producción de carne, leche o fibras según el tipo o destino de la actividad productiva.
Entre los factores principales que afectan la calidad del pasto se encuentran: el estado de desarrollo de la planta, el material genético (familia, especie, biotipo y cv), las condiciones ambientales (suelo y clima), la afectación por plagas y enfermedades y el tipo de utilización de la pastura. El primero define la principal variable específica de calidad que es la digestibilidad de la pared celular o fibra detergente neutro (DFDN). La DFDN decrece en forma continua durante todo el rebrote y dicha caída está relacionada con la biomasa acumulada y con la edad y el tamaño de las hojas que componen esa biomasa.
En cuanto al material genético existen diferencias inter e intra específicas. Dentro de las familias, las leguminosas de clima templado se caracterizan por presentar bajo contenido de pared celular o fibra detergente neutro (FDN), altos niveles de nitrógeno (N), elevada lignina y mayor digestibilidad, con respecto a las gramíneas perennes templadas. Sin embargo, en las dos familias se observan diferencias tanto entre especies como entre cv dentro de una misma especie. Así para las leguminosas, el trébol blanco es una especie que mantiene, respecto a la alfalfa y al trébol rojo, datos altos de digestibilidad a lo largo de todo su ciclo. El trébol rojo, dependiendo de la precocidad del cv y los lotus corniculado y tenuis ocupan una situación intermedia. La alfalfa, si bien presenta en ciertos momentos de su ciclo una alta digestibilidad, la misma cae de manera más acentuada que las especies antes nombradas con el envejecimiento de sus órganos, en especial sus tallos y la disminución de la relación hoja/tallo. Para el caso de las gramíneas se ha señalado una mayor digestibilidad del raigrás perenne respecto a festuca alta y pasto ovillo. Sin embargo, el estado de desarrollo puede ser una causa que altere el orden indicado. Así los cv más precoces a floración al momento que esta ocurre presentan menor calidad respecto a los más tardíos. El pasaje al estado reproductivo y los cambios morfofisiológicos asociados se producen como consecuencia, en forma principal, por el aumento del fotoperiodo. Durante este período, de más o menos tres meses, las diferencias entre cv, si es que existen, se deben a las exigencias en horas luz de los mismos para pasar al estado reproductivo. Excluyendo este particular y fundamental momento, para el resto del año el factor ambiental más importante que influencia el valor nutritivo de la biomasa es la temperatura. Esta no afecta el contenido de FDN sino que disminuye la proporción de carbohidratos solubles e incrementa la pared celular indigestible (FDNi). Este último concepto es importante en gramíneas ya que en leguminosas ésta tiene menor efecto. Heliofanía, fotoperíodo y temperatura pueden generar modelos predictivos de valor nutritivo. El N proveniente del suelo o agregado como fertilizante afecta el nivel del nutriente en el pasto, pero no su digestibilidad. El modelo de defoliación afecta tanto la producción como el grado de madurez de la planta y por ende sus cualidades alimenticias.
Los cambios estacionales en la digestibilidad del forraje de gramíneas (festuca alta y pasto ovillo) presentan niveles elevados en invierno y principios de primavera, con una disminución pronunciada a fines de esta última estación, recuperándose desde fines del verano a principios de otoño, manteniéndose altos previo a los fríos intensos. El período más crítico es el verano (altas temperaturas y déficit hídrico). Las leguminosas aunque también son afectadas por los factores climáticos lo hacen en una menor magnitud, pero la sanidad de las hojas suele ser, en particular en alfalfa, la que afecta el valor del aporte a la dieta de la especie y en especial en cv más susceptibles y en períodos con excesiva humedad ambiental, sobre todo en el otoño.