El entusiasmo por las nuevas herramientas que adquieren y la desconfianza acerca de su futuro laboral se combinan en el ánimo de los vendedores ambulantes desalojados del barrio de Once que afrontan el curso de capacitación con el que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came) intentan alejarlos de la venta ilegal.
El último 19 de enero, un primer grupo de 170 manteros comenzó el curso que forma parte de la tregua sellada con el Gobierno porteño para retirarse de las calles, de los casi mil anotados, que deberán completar al menos el 80% de las clases en las que aprenden marketing, nociones de empleo y herramientas para llevar adelante sus propios emprendimientos.
A cambio, reciben 11.700 pesos mensuales durante los 60 días que dura el curso y la posibilidad de acceder a un puesto en el proyecto remodelado del barrio de Once que presentó el Gobierno de la Ciudad.
Carlos Izaguirre, un farmacéutico peruano cuyo título no sirve en Argentina y que trabaja desde hace siete años vendiendo fundas para celulares en una vereda de Once, está entusiasmado con las clases, a las que asiste sin faltas y toma apuntes sentado en los primeros bancos, aunque su ánimo se desvanece apenas cruza la puerta hacia la calle.
"Lo que todos nos preguntamos es qué va a pasar después -le cuenta a Télam-. Lo que nos preocupa es, primero, que la gente llegue a los locales que nos ofrecieron porque están muy alejados de los centros comerciales. Y segundo, tampoco sabemos qué vamos a vender porque nos exigen que presentemos una factura por la mercadería y nadie la tiene".