La población en las villas de la Ciudad de Buenos Aires aumentó de forma considerable: Son el doble que en 2001 y cuatro veces más que en 1991. Esas 250 mil personas representan el 8% del total de residentes en Capital y viven de una forma muy diferente al resto de los ciudadanos. Atrapados entre manzanas de casas precarias de pasillos sin salida y un mercado inmobiliario informal están los inquilinos. Por un alquiler, hoy ya les exigen hasta $10.000 por mes.
Según el informe de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, al que tuvo acceso Clarín, el 30% de los que viven en villas alquila. En los últimos años los asentamientos crecieron en altura y no en extensión territorial, circunstancia que favoreció el proceso de inquilinización. Un fenómeno en el que hay desde constructores que levantan espacios solo para alquilarlos hasta grupos familiares que siguen apilando ambientes para sumar ingresos.
La mayoría de los que se mudan a las villas, alquila un cuarto o pieza (72%) y comienza pagando $4.000 (77%), que es el precio promedio. Si se compara con un monoambiente en Flores o Villa Pueyrredón, cuyo alquiler ronda los $6.000 -según la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad-, la diferencia con la "ciudad formal" no es tanta. Asimismo, en las villas, por las casas hay picos de $8.000 y hasta $10.000. Los inquilinos de asentamientos, al no tener garantía, empleo formal y cuenta bancaria están atados a los precios que fijen los locadores.
Por otra parte, los locales comerciales en las zonas de Villa 31, con más circulación de gente, llegan hasta $10.000 e incluso $15.000 por mes. La información recopilada sirve para exponer la vulnerabilidad de este sector, que por cualquier movimiento puede caer en la indigencia.