The Casero Experimendo: ni te amargues

Por Alfredo Casero

The Casero Experimendo: ni te amargues
Internaron a Alfredo Casero\u002E

En un mundo con tanta gente, es normal que la magia tenga poco espacio. No me refiero a la magia del ilusionismo, sino a la magia que hace que, sin ninguna causa que se vea, produce un efecto que se ve.

Es verdad que la magia sirve, como ha servido desde mucho an- tes del nacimiento de la medicina, Celso (no Paracelso), hablaba de buenos humores, de líquidos que eran afines a la curación, y de los malos, que eran todo lo contrario.

Paracelso(*), muchísimo tiempo después, en el siglo XVI, es el que logra hacer comprensible la salud a través de las siguientes 7 verdades: 1o Lo primero es mejorar la salud. Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento.

Bañarte diariamente, es un hábito que debes a tu propia dignidad.

2o Desterrar absolutamente de tu ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza.

Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmu- radoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues éste depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.

3o Haz todo el bien posible. Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona.

Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.

4o Hay que olvidar toda ofensa, más aún: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo. Tu alma es un templo que no debe ser ja- más profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablara así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en sí, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.

5o Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada. Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a veces luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiara en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia.

Ese es el daimon de que habla Sócrates.

6o Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales. Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aun de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. Por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapia- da o jardín sellado. Es regla de suma importancia.

7o Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el día de mañana.

Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien.

Jamás te creas solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños.

Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte.

El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo.

El miedo y desconfianza en el futuro son madres funestas de to- dos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre.

Si te duele lo que ha pasado el día de hoy en el Congreso, cabe acotar, el gran miedo que expresó en una frase Gambino (y creo haberla leído en el Times), antes que lo baleara Giancana, en un restaurante en Nueva York. Su frase de cabecera era: “nunca el dinero de la mafia termina bien, siempre hay alguien que quiere convertirse en millonario, y es a un club donde se ingresa muerto”.

No te envenenes querido subtenauta, vos en ese tren, en ese subte, laburando día a día, y uno feliz por plata que no lo va a llevar a ningún lado.

Nota al editor: Lo de las siete verdades de Paracelso no es un copypaste, y si así fuera, es tan importante como el espacio que le damos a los imbéciles que no creen en la homeopatía, ni en la buena psicología.

Grazie Casero

(*)Paracelso, cuyo verdadero nombre es Philippus Aureolus Theophrastus Paracelsus Bombastus von Hohenheim, fue un alquimista, médico y as- trólogo que nació el 17 de diciembre de 1493 en Einsiedeln, Suiza. Falleció el 24 de septiembre de 1541. Su lápida lo recuerda así: "Aquí yace Felipe Teo- frasto Bombast von Hohenheim. Famoso doctor en Medicina que curó toda clase de heridas; la lepra, la gota, la hidropesía y otras varias enfermedades del cuerpo, con ciencia maravillosa".