Hace pocos días, les vecines del barrio Pedro Burgos presentaron una nota ante el Ejecutivo Municipal donde, entre otras cuestiones, mencionaban la preocupación por las constantes situaciones de inseguridad y violencia que viven cotidianamente.
El problema que atraviesan tantos barrios de la ciudad es de larga data y muy complejo de abordar. La desigualdad y la falta de oportunidades y de trabajo forman parte de esa complejidad. Por lo tanto, el abordaje debe ser sistémico, con una planificación seria y asistencia permanente.
Implica el desarrollo de políticas sociales concretas, con propuestas de contención y educación. Significa pensar el hábitat de una manera integrada, con propuestas de espacios colectivos que promuevan la integración, como ser plazas, clubes, centros educativos y culturales barriales, centros asistenciales y equipamiento social y urbano.
En este sentido, el municipio es la puerta de acceso al Estado, es quien primero debe garantizar el acceso a los derechos a todes les vecines. La presencia del Estado Municipal en estas circunstancias tiene que ser continua, de manera que tienda a la construcción. De hecho, una forma de pensar la integración social es mediante acciones como la que dio lugar a la construcción del kiosco que el lunes la gestión municipal decidió demoler, conocido como el kiosco de Carlitos, ese en el que se juntaban los chicos a jugar y donde en una época hasta hubo payasos.
Un verdadero lugar de encuentro e integración barrial… Una parte de la historia de vida de algunes vecines que fue arrasada por Bertellys y Vieyra, quienes optan por abordar los problemas por medio de la destrucción, en vez de planificar colectivamente la (re)construcción del entramado social del barrio